El olvido y el emperador - 2 de Diciembre de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 747916749

El olvido y el emperador

Entre las muchas imágenes evocadas a propósito de la muerte de Bertolucci -sean estas bellas, atroces, brutales o polémicas-, quizás las más inesperadas fueron las de su velatorio, realizado a mitad de semana en el Campidoglio, la Colina Capitolina. El registro ya está en YouTube, si alguien quiere revisarlo: el ataúd figura enteramente destapado y apoyado en un pequeño promontorio alfombrado, casi a nivel del suelo; en la pared, un antiguo gobelino; el cuerpo está expuesto, al completo, impecablemente vestido y semienvuelto en un velo rojo, el rojo intenso y profundo de sus películas junto a Vittorio Storaro. El primer impulso es creer que el cineasta de "El conformista" no resistió la tentación de "dirigir" su propio funeral, dejando instrucciones precisas acerca de su montaje y duración, y la conjetura se refrenda cuando se advierte que las exequias tuvieron lugar en la Salla della Protomoteca, un espacio destinado a antiguos bustos, efigies y retratos, lugar adecuado ahora que el difunto luce tan inmóvil como estos, la prueba final de que esa persona que tantas veces fue calificada como "artista del futuro", se integra por fin al pasado, al ayer.No es una sensación que le haya sido ajena, sobre todo en los últimos años, desde que una fallida operación de hernia discal lo dejó postrado en silla de ruedas, obligándolo a reducir al mínimo sus delirios artísticos y condenándolo a hacer memoria de aventuras pasadas. A veces, dicho proceso era placentero, como cuando su colega Luca Guadagnino -hoy cubierto de gloria gracias a "Call Me By Your Name"- lo invitó a participar en "Bertolucci on Bertolucci" (2013), un gran filme entrevista, simplemente porque sentía que "se lo debía todo".En otras ocasiones, el ejercicio semejaba más bien una pesadilla, en especial cuando le recordaban su comportamiento cuasi dictatorial en el set de "El último tango en París" (1972), contra la joven María Schneider. Si su temor era que en la hora de su muerte algunos desenterrarían esos excesos, tuvo razón: muchos de los que corrieron a esparcir la noticia de su deceso por las redes se colgaron del episodio para darle la debida enjundia a sus notas, convenientemente olvidando que el tango de Bernardo, Marlon y María todavía es uno de los testimonios más flagrantes, exactos y salvajes de masculinidad tóxica jamás puestos en pantalla; que el tema del filme -y de muchas otras obras de su autor- era precisamente ese: registrar la forma en que la mecánica del abuso se...

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