La odisea europea de los migrantes - 12 de Septiembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 582325026

La odisea europea de los migrantes

-Cuando pienso en el precio que yo y mi familia tuvimos que pagar, creo que definitivamente no valió la pena, viví un infierno. Y aunque no estaba buscando el cielo en Europa, esto no es lo que uno se espera -dice Haile, de 28 años.

Él y otros migrantes que llegaron a Lampedusa el día del naufragio, dicen sentirse solos en sus nuevos países: el idioma es difícil, están preocupados por encontrar trabajo y sus relaciones sociales se reducen a sus compañeros migrantes. Aun así, con la convicción de poder empezar una vida nueva, no tienen intención alguna de volver a sus países de origen.

El hundimiento del barco -que llevaba más de 500 migrantes- en 2013 fue un desastre que llamó la atención al mundo entero y un momento clave en la crisis migratoria europea. La multitud que flotaba en el Mediterráneo trajo consigo la promesa de una acción conjunta por parte de los líderes europeos.

Sin embargo, la crisis en Europa ha aumentado y los esfuerzos que se han puesto en frenar las olas migratorias han logrado poco. Esto se explica, en parte, porque a pesar de los horrores, la búsqueda de una vida nueva por parte de los inmigrantes que iban en el barco, como Haile, ha sido exitosa en el último tiempo.

Haile y los demás representan de manera reveladora las dificultades que los migrantes deben soportar y cómo se las arreglan para enfrentar las burocracias europeas, como el hecho de que algunos sobrevivientes quemaron las yemas de sus dedos para evitar que sus huellas dactilares quedaran registradas en bases de datos que luego podrían prohibirles la entrada a países más ricos, como Alemania o Suecia. Si evitan que les tomen las huellas, un inmigrante tiene mayor libertad de movimiento y puede pedir asilo donde vaya.

Contrario a lo que se podría pensar, ahora que sus viajes terminaron, instalados en nuevas naciones, los sobrevivientes se sienten desilusionados y decepcionados de los países en los que viven. Ninguno de ellos está seguro del porqué, ni tampoco tienen certeza de lo que esperaba encontrar en Europa. Pese a todo, dicen estar agradecidos por la ayuda económica y asistencia que sus países adoptivos les han dado.

Haile cuenta que ya se rindió en su esfuerzo de aconsejar a sus amigos y parientes que frecuentemente lo llaman desde Eritrea para saber si debieran o no tomar la decisión de hacer el viaje a Europa, y asumir los riesgos que este implica. Solo 26 de los 131 eritreos con los que Haile emprendió el viaje, cruzando por el desierto libio y...

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