La obsesión India por los records - 7 de Febrero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 555843230

La obsesión India por los records

Shukla es el único representante de los Récords Mundiales Guinness en India, y desde entonces ha tenido que lidiar con muchas situaciones como esta, en la que un entusiasmo desbordante por el establecimiento de un récord amenaza con malograr la precisa rigurosidad de la verificación de un récord. "Mi rol es el de juez. No puedo hacer un manejo de la multitud", me explicó Shukla, quien entonces le indicó a los organizadores que tenían un desastre potencial en sus manos: "No le puedes ordenar a dos millones de personas que se sienten en silencio", dijo Shukla, quien demoró siete horas en contar a 48.870 personas que se darían por cinco minutos la mano con una fingida solemnidad.

En las últimas décadas, una obsesión con el Libro Guinness de los récords mundiales en India ha dado origen a una febril subcultura de personas que buscan establecer récords. Hay catálogos nacionales de logros -el India Book of Records, el que es distinto del Indian Book of Records, y el Limca Book of Records-, pero el Libro Guinness es el que produce mayor fascinación. Casi una décima parte de todas las postulaciones que se presentan a Guinness World Records ahora proviene de India y la cantidad de indios que mantienen un récord ha aumentado en 250 por ciento durante los últimos cinco años. Muchas de estas hazañas son, al igual que la orgía de apretones de mano, récords de participación masiva. En India, es fácil reunir rápidamente a una multitud -la mayor donación de sangre, con 61.902 donantes-, mientras los récords individuales muestran creatividad y diligencia maníacas: tocar guitarra en el monte Everest. Algunas búsquedas han terminado con la muerte de personas y otras teñidas de diferente tipos de pate

tismo. Har Parkash, de 72 años y oriundo de Nueva Delhi, cubrió su cuerpo con 336 tatuajes de banderas, bebió una botella de ketchup en menos de 40 segundos, estableció varios otros récords y luego cambió su nombre por "Guinness Rishi": su vida e identidad devorados por su obsesión.

El Libro Guinness de los récords mundiales, el que celebra su aniversario 60 este año, se creó para arreglar aquellas disputas absorbentes que se producen en los bares. En noviembre de 1951, en una partida de caza en el área rural de Irlanda los participantes pasaron horas disparando y errando tiros a unas aves llamadas chorlitos dorados. Más tarde esa noche, quizá al tratar de explicar por qué no habían dado en el blanco, los participantes de la cacería -entre ellos, sir Hugh Beaver, director administrativo de Guinness Breweries- se preguntaban en voz alta si el chorlito dorado era el ave de caza más rápida de Europa. "Se le ocurrió a sir Hugh", decía una nota en la edición 31 del libro, que se publicó en 1985.

Sir Hugh contrató a Ross y a Norris...

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