Nuevo punto de partida
Autor | Hernán Cheyre V. |
Páginas | 6-8 |
6
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serie informe ECONóMICO 290
La ralentización del ritmo de crecimiento
económico que se ha venido observando
en Chile durante los últimos años, más allá
de factores coyunturales que pueden haber
incidido en el corto plazo en una u otra di-
rección -y sin considerar la contracción en
los niveles de actividad que ha tenido lu-
gar como consecuencia de los efectos del
Coronavirus Covid-19, cuya naturaleza es
muy diferente-, tiene una raíz más profun-
da, que dice relación con una disminución
en el potencial de crecimiento de largo pla-
zo. Aunque no existe una medición objetiva
para cuanticar esta cifra, como sí se puede
medir el PIB de cada año, hay técnicas que
permiten acercarse a un valor referencial
a partir de proyecciones realizadas para la
acumulación de capital físico en la econo-
mía -así como para su intensidad de uso-,
para el volumen de empleo que surge de
la fuerza de trabajo disponible y también
para la productividad. Luego de haberse
alcanzado proyecciones para el potencial
de crecimiento de mediano y largo plazo
de la economía chilena que llegaron a su-
perar el 5% a comienzos de la década que
termina, a mediados de ella comenzó a dar
signos de una fatiga y en las postrimerías de
este período se ubicaba por debajo de 3%,
sin considerar el impacto negativo adicio-
nal que ha sido causado por la contracción
derivada del Coronavirus Covid-19. Factor
importante para explicar esta tendencia a la
baja -si bien no exclusivo- es la caída en las
ganancias de productividad que se viene
manifestando desde el año 2000. Hacien-
do referencia a las cifras publicadas por la
Comisión Nacional de Productividad sobre
la materia luego de haberse registrado cre-
cimientos anuales en productividad de 2,3%
como promedio en el período 1990-2000,
en el lapso 2000-2015 se observa una caí-
da a 0,1%. Lo que hay detrás de esto es una
tendencia declinante que no ha logrado ser
revertida, cuya incidencia en la determina-
ción del crecimiento potencial de la econo-
mía es fundamental, como lo son también
las proyecciones de inversión y de uso de
mano de obra.
Habiendo bastante consenso respecto de
la importancia que tiene el poder lograr re-
vertir la tendencia en cuanto a capacidad
de crecimiento económico y del rol que
juega la productividad en este proceso, la
pregunta es cómo proceder. Explicaciones
para este problema estructural se pueden
construir con distintas miradas. Simplican-
do el análisis, por una parte están quienes
sostienen que el modelo de desarrollo chi-
leno “se agotó”, con el argumento de que
el salto que signicó la liberalización de la
economía, la apertura al comercio interna-
cional y la explotación de materias primas,
ya cumplió si ciclo, siendo necesario ahora
pasar a reformas de “segunda generación”,
introduciendo mayor “complejidad” en la
matriz productiva a través de la incorpora-
ción de productos de mayor valor agregado.
Esto último requeriría fortalecer la innova-
ción con una mayor intervención del Estado
en cuanto al tipo de instrumentos a utilizar,
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