La nueva vida de Bernardita Santa Cruz
No fue la altura. El canopy -uno casero, armado con un columpio de tela, colgado a un cable- en el que se lanzó Bernardita Santa Cruz no alcanzaba más de dos metros de altura. Estaba instalado en el patio de su casa de veraneo, en las Salinas de Pullally, y estaba restringido para los niños. Pero la tarde del 10 de octubre pasado, Bernardita Santa Cruz no hizo caso a la advertencia. Estaba con sus amigas. Pasó su celular a una de ellas y pidió que la grabaran deslizándose, pendiente abajo. Entonces, se lanzó sin arnés. Cayó mal. Y quedó parapléjica.
-Siempre pensé que había una posibilidad de caerme. Pero si no me hubiera tirado ese día, me hubiera tirado otro. Me hubiera pasado igual -dice Bernardita Santa Cruz, desde la luminosa pieza de la Clínica Las Condes, donde se recupera del accidente, hace poco más de un mes.
A los 25 años, Bernardita Santa Cruz documenta su rehabilitación por Instagram. La ayuda una amiga, que le toma fotografías de calidad en el gimnasio al que asiste varias horas al día. En ellas se la ve seria, aunque confiada de su avance. Se le ocurrió hacerlo cuando vio que era algo común entre instagramers -sobre todo de Estados Unidos-, que, al igual que ella, sufrían un accidente y decidían mostrarle al mundo su rehabilitación. Hoy esas fotos le suben el ánimo.
Las paredes de su habitación están decoradas con decenas de fotos -la mayoría son grupales, con sus amigas, en playas de Bahamas, de Colombia, en fiestas, en matrimonios, en San Pedro de Atacama-, con mensajes-"El secreto está en las ganas"-, dibujos de sus sobrinos -donde ella aparece con una corona y tomando sol- y con un altar armado de puros regalos, con figuras de muchas religiones. Hay una diosa, un buda, muchas vírgenes, inciensos.
La acompañan siempre amigos y amigas, sus seis hermanos -a quienes lleva tatuados en el brazo en forma de una bandada de pájaros- y sus padres, el empresario Juan José Santa Cruz, ex jefe de campaña de Andrés Velasco y hoy vicepresidente del partido Ciudadanos, y la psicóloga Catalina Correa. Ellos se encargaron de decirle, ya en Santiago y horas después del accidente, que no podría caminar nunca más.
Eso después de que una operación y los exámenes de rigor indicaran que su lesión en la vértebra torácica 12 -más conocida como T12- la había dejado parapléjica.
Bernardita Santa Cruz ahora intenta hacer memoria del momento en el que le entregaron la noticia, pero en su cabeza no está.
-Siempre lo asumí.
Sentado en la cafetería del Hotel Sheraton, a poca distancia del edificio donde está su oficina, su padre, Juan José Santa Cruz, un mes después, evoca cuando se confirmó el diagnóstico.
-Yo no diría qué se piensa y qué no -dice Santa Cruz -. Es una revoltura de sensaciones, pero básicamente se siente pena. No es algo que se pueda describir. Los accidentes son accidentes. Todo pudo haber sido distinto. Pero cuando ocurre un accidente...
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