La nueva revolución cubana - 22 de Marzo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 561908926

La nueva revolución cubana

Adrián, cubano, 25 años, chef de profesión, dueño de un pequeño negocio de comida rápida, y quien de noche se dedica a taxear de manera ilegal por las calles de La Habana para juntar el dinero y comprar los suministros para su local, echa por tierra bien rápido una de las cosas que había escuchado sobre La Habana antes de llegar a esta isla: que salir acá no era precisamente una experiencia interesante. Menos una gourmet. Y que más allá de los locales tradicionales, de pasear por el Malecón o de contemplar la vieja arquitectura de la ciudad, no había mucho más. Que lo mejor era apurarse en llegar a Varadero.

-Es que esta es la nueva Cuba -dice Adrián, cuando le comento lo que había escuchado, y luego se larga a reír.

Son las 10 de la noche de un jueves. Es pleno invierno en el hemisferio norte. El aire cálido que recorre las calles no da cuenta de la temporada que se vive: incluso para estas coordenadas, hace demasiado calor. La ciudad está tranquila, no hay mucha gente en la calle, son pocos los autos particulares y se ve uno que otro almendrón, como se les dice a los autos de los años 50 con motor arreglado. No hay muchos taxis y las guaguas, los buses interurbanos que utilizan casi exclusivamente los cubanos, ya se han ido a dormir. Agradezco entonces haberle pedido el número de celular a Adrián, el chef-taxista, para moverme con más facilidad.

En la mañana, Esperanza, la dueña de una hermosa casa particular de los años 50 que aloja viajeros, me había dicho que hoy buena parte de los cubanos tiene celulares, aunque la mayoría son esos aparatos básicos que de-saparecieron del mercado chileno hace un lustro.

-Hace tres años, muy poca gente tenía móvil. Hace 10 era impensable. Pero hoy es distinto -me explicó Esperanza. Recordaba sus palabras ahora, mientras marcaba el celular de Adrián, a quien conocí en La Chuchería, uno de los nuevos negocios privados que repletan las calles de La Habana.

La Chuchería es un bar con terraza al borde de la playa. Lleva abierto menos de un año y tiene la gracia, según me contó Jennifer, una de sus administradoras, de que es el segundo local con el mismo nombre que se abre en la ciudad. Eso lo convierte, quizás, en una de las primeras "cadenas" de restaurante privado del país.

Así se vive por estos días en Cuba. Mientras a pocas cuadras de acá, en el inicio de La Rampa, en la zona de El Vedado, un centenar de cubanos hace una cola larga y lenta para tomar un helado de los pocos sabores que hay en el Coppelia, una heladería estatal que abrió en la década del 60, otros cubanos con acceso a dinero y algunos extranjeros repletan los cientos de bares y restaurantes nuevos que se han abierto en los últimos tres años gracias a las medidas impulsadas por el gobierno de Raúl Castro, y que permiten que los particulares puedan arrendar una casa al Estado y colocar su negocio.

-Esa es la Cuba que viene -me decía ayer Mariví, una mujer que, haciendo suyas las medidas impulsadas, pronto comenzará a administrar la casa de una cubana que se casó con un italiano y que se aburrió de tenerla cerrada-. Todos nos estamos preparando porque, con lo que estamos viviendo, serán muchos los gringos que van a querer venir a Cuba.

Pero a esta hora de un jueves, en este lugar, la noche habanera versión siglo XXI parece igual de silenciosa de lo que...

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