Nueva Oportunidad - 24 de Diciembre de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 699575289

Nueva Oportunidad

El Presidente electo, Sebastián Piñera, tiene una nueva oportunidad. La ciudadanía se la otorgó y debe aprovecharla. En su gestión anterior mostró efectividad al favorecer el crecimiento, ayudado por el cambio favorable de las expectativas con que se inició su mandato. Esto se repite y el comportamiento de indicadores líderes, como los índices accionarios y el dólar, lo muestran claramente. No se puede decir lo mismo respecto a que haya sembrado las semillas definitivas para el salto al desarrollo. El gobierno que lo siguió y algunas de sus políticas son una demostración de aquello.

El éxito de su segunda gestión como mandatario no debiera medirse solo por la recuperación económica que probablemente llegará. La combinación del impulso externo, mejores expectativas internas y el ciclo de la economía hacen predecible que el 2018 el país crezca sobre el 3% anual, más del doble que el 2017, y supere el 4% el 2019. La recuperación de la inversión y el círculo virtuoso del crecimiento jugarán a su favor, así como la estabilidad macroeconómica y la solvencia del sector privado que aún se preservan.

El éxito tampoco se trata de entregarle la banda presidencial a alguien de su sector político. Tendría poco valor si esto se lograra a costa de un mayor grado de populismo, que una mejora en la economía permitiría sostener por un tiempo. La contracara del populismo es el deterioro de las condiciones básicas para el progreso sostenido y equivaldría a cerrar la puerta al desarrollo en vez de transitar a través de ella.

El verdadero reto de su nueva gestión es recuperar el sentido común que permitió a Chile dar un salto de bienestar como nunca en su historia y que se perdió en estos años. Esa pérdida del sentido común, con sus consecuencias actuales y futuras, es lo que motivó a los votantes que le dieron un triunfo mucho más amplio que el esperado. Por ellos, y por el bien de Chile, es a este desafío al que debe hacerle frente.

Más aún, el camino que el país necesita reencontrar debe ser suficientemente claro y sólido como para mantenerse vigente ante la natural alternancia en el poder, propia de los pueblos libres. No es una tarea simple, pero ese es su verdadero mandato.

Es loable que el Presidente electo ponga su énfasis en el diálogo. Es lo propio de la civilización. Pero debe estar preparado a no ser retribuido. Al lenguaje y los dogmas de los 60 que se impusieron en los últimos años, lo acompañan algunas tácticas de esa misma época: "Si gano, apelo...

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