Notarios: un año más - 6 de Enero de 2024 - El Mercurio - Noticias - VLEX 974084373

Notarios: un año más

Me habría encantado ser notario, marchar con ellos codo a codo , camisa blanca con collera, bien puesta la corbata, colonia Hugo Boss, lustrados los zapatos y lanzar a coro la magnífica frase: "Los notarios unidos jamás serán vencidos".Los abogados que conozco y conocí soñaban con ser notarios y de cualquier lado, porque la vocación y el servicio son lo que son. De Quilpué, Castro, Copiapó, Los Muermos y no digamos Las Condes. E integrar la Asociación de Notarios y Conservadores. Nadie aspiraba a ser Conservador de Bienes y Raíces, al menos en público y para evitar la mofa, porque eran deseos imperiales y para postular se requerían conexiones de cuna y cascabel, buena fortuna y coincidencia de cinco pitutos, cuatro recomendaciones y tres gestiones.Conocí la gloria de los abogados que era difícil, pero humana, hermosa y posible: ser notario.En cambio, nunca he conocido a un notario en persona.No cuento matrimonios ni funerales, porque entre los invitados puede que sí, pero me refiero a verlos en las notarías, pese a que he ido a tantas y por tantos motivos, para poderes, actas, permisos, compraventas, autorizaciones y esos trámites que figuran en el largo arancel, pero nunca he visto ni a uno solo. Acaso una vez, en la lejanía, detrás de un vidrio esmerilado y como sombra fugaz, mientras esperaba frente al mesón, después de aguardar sentado o de pie, pero en fila y durante una hora y algo, hasta que me tocó el turno, pasé papelito o número, y la funcionaria me preguntó si con tarjeta o en efectivo. No vi al notario.En una revista histórico-jurídica leí de Juan Pinal, español nacido en Granada en 1490, llegó con Pedro de Valdivia, era oficial de pluma y fue ministro de...

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