El Premio Nobel para Patrick Modiano , narrador de la memoria y los destinos humanos
No lideraba entre los favoritos, donde aparecía el infaltable Haruki Murakami y el africano Ngugi Wa Thiong'o, entre otros; pero tampoco fue una completa sorpresa. Sonaba como candidato, y en el sitio de apuestas Ladbrokes llegó a estar en el sexto lugar.
Con este anuncio, Francia se encumbra aun más como el país con más ganadores en la historia. Ya van 15, y el último fue Le Clézio en 2008. Tal vez a eso se han referido comentarios como el del escritor boliviano Edmundo Paz Soldán ayer en Twitter: "Le Clézio, Modiano... Nobel, tú y yo tenemos que hablar".
Volver a la infancia
Patrick Modiano nació el 30 de julio de 1945, justo al finalizar la Segunda Guerra Mundial. No la vio transcurrir, pero supo sus consecuencias. Y no tuvo que ir muy lejos para conocer algunas de las oscuras participaciones de Francia en este episodio. Su padre, de familia judía, hacía cuestionables negocios con los nazi. Traficaba tanto mercancías como personas.
Modiano hasta hoy define su infancia con la palabra triste. Su padre se separó de su madre, y nunca estaba presente. Y ella, una actriz de segunda línea, viajaba constantemente. El niño y su hermano, su único compañero, vivieron en internados o en la casa de una amiga de su madre; y luego su hermano murió. La infancia de Modiano se volvió todavía más triste.
Toda su escritura, que siempre ha hecho con una pluma para sentir algo concreto en sus manos, se ha construido teniendo como base esas experiencias de infancia y adolescencia. Según dice el escritor chileno Mauricio Electorat, gran seguidor de su obra, lo ha hecho por sobrevivencia: "Su obra gira sistemáticamente acerca de la ausencia, la pérdida. Y es una evocación melancólica. La única tabla de salvación que tiene es la escritura, es su manera de permanecer en vida".
Modiano escribe acerca de la ocupación nazi, y fue uno de los primeros en denunciar la colaboración francesa en la persecución de los judíos. Habla de la juventud, de la oscuridad, de las catástrofes familiares, de la historia de su país que no está en la superficie; siempre con juegos temporales que a la crítica le gusta comparar con Marcel Proust.
Para escribir recurre a entrevistas, artículos de prensa, y está obsesionado con las guías de teléfonos. París es su epicentro, y la ciudad adquiere la categoría de personaje, no de telón de fondo. Mira de cerca algunos de sus barrios, entra en su historia y rincones más siniestros. Lo que no ha viajado en términos de cantidad, lo ha explorado en...
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