'No quiero que mi trabajo sea una carrera por el éxito' - 14 de Junio de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 282933743

'No quiero que mi trabajo sea una carrera por el éxito'

-Le tiene miedo a la gente. Le gusta estar solo conmigo -dirá Alejandra más tarde, después de hablar de su gusto por estar sola, del insomnio que la acompaña desde la adolescencia y de "Animales Domésticos", la colección de cuentos que lanzó a fines de abril. Entonces se acordará del gato -que recogió hace dos años de una caja de cartón que estaba tirada en la esquina de San Martín con Catedral, en el centro- y dirá que es su compañero más fiel, el testigo de sus horas de escritura. Y de repente, con tono serio y una risa corta, comentará que conversa con él. Que se acompañan. Que se escuchan mutuamente.

Alejandra Costamagna Crivelli es delgada, habla con calma, su semblante es pálido y su mirada está surcada con ojeras (anoche se acostó cerca de las dos de la mañana). Tiene 41 años, es soltera y no tiene hijos. Es periodista y magíster en literatura, pero desde hace más de quince años es escritora a tiempo completo (aunque no ha abandonado el periodismo y también escribe columnas para revistas como El Malpensante y otros sitios web). Lleva cuatro novelas y cuatro colecciones de cuentos publicadas, y su obra se ha traducido al italiano, al danés y al coreano. Luego de presentar "Animales Domésticos", terminó un texto para una recopilación de perfiles sobre escritores malditos de Latinoamérica, que editará la periodista argentina Leila Guerriero. Un libro que será publicado por la editorial de la Universidad Diego Portales.

-Yo escribí sobre Teresa Wilms Montt. Al principio pensé en Stella Díaz Varín porque fue una poeta con una vida tremenda y bien compleja, pero al final me quedé con Teresa porque tiene que ver con una época en que para las mujeres el oficio de escritora resultaba casi imposible y eso se reflejó en su trabajo -dice Alejandra Costamagna, mientras toma un vaso de Coca-Cola y se acomoda en una de las dos sillas que rodean una mesa de comedor apoyada contra una muralla. Esta mesa se encuentra en la entrada al living, que se ilumina con la luz que entra por un balcón protegido con una malla de plástico transparente. También está al costado de una escalera que lleva al segundo piso de su departamento, donde está la biblioteca y el escritorio. En la mesa, que perteneció a su abuela, hay casi ocho libros apilados (casi todos del escritor y poeta chileno Alfonso Alcalde), una bolsa con pastillas de anís, un monedero de cuero, un frasco café de gotas que dicen "Pascual" y una libreta de apuntes con una frase manuscrita con letra rápida.

-No es nada especial. Sólo una frase que tal vez no termine en nada -dice y apoya el brazo sobre la libreta.

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EN "ANIMALES Domésticos" aparece el cuento "A las cuatro, a las cinco, a las seis". Es el tercero de esta colección de historias en las que perros, loros, tortugas y, muy recurrentemente, gatos, se deslizan en relatos que según la escritora narran "la falta de comunicación, las distorsiones de las relaciones humanas y lo ridículo que todos algunas veces podemos ser". Pero ese cuento en particular narra la historia de una pareja que llega con su gato herido en una pelea a un hospital público para tratar de que lo curen y terminan cuestionando su relación. Ahí hay un pasaje que dice: "Cuando se emparejaron diez años atrás, ambos transmitían en la misma frecuencia. Hacían listas de razones para no tener un hijo. Dormir ocho horas seguidas. No criar ni malcriar. No esperar aprobaciones ni reprobaciones de la parentela..."

-Eso parece una...

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