No ha llegado el fin del mundo - 25 de Octubre de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 850925759

No ha llegado el fin del mundo

A la hora de votar es necesario tener en cuenta un hecho elemental: estamos ante un plebiscito y no frente a un partido de ajedrez. No se trata de mover estratégicamente una pieza mientras uno imagina lo que hará el adversario, sino de responder con toda sinceridad a la pregunta: "¿Quiere usted una nueva Constitución?".Con todo, no cabe negar las consecuencias estratégicas del acto de hoy. Es verdad que el dato que más nos importa es qué opción será la ganadora, pero también puede ser muy relevante el resultado que obtenga la alternativa derrotada.Un ejemplo de nuestra propia historia lo ilustra a la perfección. En el plebiscito de 1988 el "Sí" obtuvo un 44% de los votos. Este resultado influyó decisivamente sobre los acontecimientos posteriores, porque impulsó a la oposición de entonces a inclinarse por la moderación. Los ganadores sabían que no estaban en condiciones de pasar la aplanadora.Imaginemos por un momento que el "Sí" hubiese conseguido apenas un 15% de los sufragios: ¿habríamos tenido una Concertación comandada por la Democracia Cristiana, el partido más moderado de la coalición, y dentro de ella, a Patricio Aylwin de candidato? Sus posturas eran claramente centristas, a diferencia del Gabriel Valdés de entonces, que tenía un discurso bastante radical y estuvo a punto de ser el elegido. En un escenario de este tipo, el protagonismo bien podría haberlo tenido una izquierda más bien dura, quizá conducida por el Ricardo Lagos de la época. En efecto, el socialismo de ese tiempo, lo mismo que su principal figura, eran muy distintos de aquel Lagos de talante maduro y equilibrado que llegó a La Moneda en el año 2000, que ya tenía claro que había pasado el momento de las posiciones duras y poco flexibles.Este ejemplo histórico muestra que la política no siempre es un juego de suma cero, donde uno gana y el otro queda completamente derrotado. Hay escenarios en que unos pueden quedar felices y los otros al menos conformes. Si entendemos la política como una actividad que intenta conseguir el bien común y no como mera lucha por el poder, es posible comprender que también los derrotados influyen en los destinos del país. Es decir, que no han perdido su voto.¿Significa lo anterior que se caerá el mundo si una de las opciones arrasa en la elección de hoy? No, pero el proceso que empieza mañana se hará más difícil, porque no contará con ese elemento que invita a la moderación.Otro dato importante son los índices de participación. Se ha dicho...

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