'No hemos hecho lo suficiente para comunicar (a los jóvenes) una de nuestras verdades: no hay derechos sin deberes' - 2 de Mayo de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 844180662

'No hemos hecho lo suficiente para comunicar (a los jóvenes) una de nuestras verdades: no hay derechos sin deberes'

Pocas veces un activo defensor de los derechos humanos está dispuesto a hablar sobre los deberes, un tema que parece ausente en el debate de las nuevas generaciones. Pero para el director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), Sergio Micco Aguayo -quien la única condición que puso cuando le ofrecieron el cargo fue que le permitieran seguir dando clases en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile-, su experiencia con los jóvenes en medio de la crisis social, la pandemia y la academia lo ha hecho reflexionar.Y accede a hablar del tema, consciente de que algunos lo acusarán de conservador cuando, por ejemplo, señala que antes se respiraba el afán de trascendencia y hoy no. Y porque quiere darle una nueva dimensión al INDH: más valórica.-¿Cuánta influencia han tenido las organizaciones de derechos humanos en exacerbar los derechos en la población, sin considerar los deberes de la gente?-Yo no diría que hemos exacerbado una concepción individualista de los derechos, olvidando los deberes, pero indudablemente no hemos hecho lo suficiente para comunicar una de nuestras verdades: no hay derechos sin deberes. Esto lo estamos viendo dramáticamente hoy. El derecho a la salud no significa nada si no hay personal de salud que literalmente está dispuesto a morir cumpliendo su deber, que va más allá de lo exigible. Como INDH, hemos estado cinco veces con los internos y gendarmes en el Centro Penitenciario de Puente Alto, el mayor foco de contagio de lejos en Chile. Ese es nuestro deber."Ellos odian y temen el fin de la vida"-¿Cuánto respeto a la vida advierte en la juventud en medio de estas crisis?-Aunque no debiera generalizar, me ha sorprendido lo siguiente. En la Universidad de Chile enseñaba que los niños y los ancianos se hacen las preguntas filosóficas y religiosas por excelencia, pues no saben de dónde vienen y ni hacia dónde van. El niño pregunta por el cielo o la creación del universo. Los viejos, por lo general, se hacen una de las preguntas religiosas por excelencia: ¿Hay vida tras la muerte? Por el contrario, los jóvenes, así lo creía, la muerte, ni mucho menos el miedo a ella, simplemente no era tema. Hoy día lo que veo es lo contrario: una gran valoración de la vida y el no aceptar la muerte como un hecho existencial. Odian y temen el fin de la vida en el planeta tierra. Muchos me dicen que no quieren traer sus hijos a este mundo por miedo a la vida que experimentarían, y por otro lado, cuidan la propia y la de los demás...

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