'No nos habíamos dado cuenta lo emblemáticos que éramos'
Roser Fort está en el Centro Arte Alameda. Son las doce del día. Con los anteojos sobre su pelo color rojizo, camina entre las cenizas esquivando fierros, vigas de madera, rejillas y los esqueletos metálicos de una hilera de butacas calcinadas. Sobre lo que antes era una oscura sala de cine, ahora cae el sol con fuerza en un espacio completamente a la intemperie, donde es difícil imaginar que antes había un techo. Solo se mantuvieron en pie los muros de los costados. En uno de ellos un marco de concreto recuerda el espacio donde antes había una gran pantalla, sobre la que se proyectó por décadas una cartelera de cine alternativo en Santiago.-Hace una semana que no visitaba este lugar -dice Roser, de 62 años y directora de este espacio que se abrió a inicios de los 90, mientras camina hacia lo que era el hall central. Desde el techo cuelgan hilachas de varios metros de plástico derretido por el calor de las llamas. Ella pasa sin mirar el desastre a su alrededor y luego sube por una escalera clausurada por un lienzo.-Se me había olvidado el olor -comenta con una voz ronca cuando llega a la sala de proyección, un espacio cerrado con pequeñas ventanillas, donde se siente el hedor tóxico del plástico quemado. Hay proyectores y computadores completamente calcinados, y en el piso repleto de vidrios triturados quedan algunas cintas de viejas películas. Al costado de la sala está la oficina que era de Roser, con los muros de concreto al descubierto y el suelo tapado de escombros.-Todos alucinaban con mi oficina -dice-. Estaba llena de estímulos, muy bizarra, llena de afiches y cuadros. Había uno de Hugo Cárdenas, que era un retrato de la Mirtha Legrand, !fabuloso¡, muchos afiches de la giras de Holden, que era una banda francesa que me encanta, de las Kumbia Queers, una banda argentina... Había un espejo, fotos y mucho material de archivo acumulado desde hace 30 años. Aún no hemos dimensionado cuánto era, y yo no me he metido todavía a buscar entre las cenizas.Han pasado dos meses desde el viernes 27 de diciembre, el día en que en medio de enfrentamientos entre manifestantes y Carabineros en plena zona cero, el Centro Arte Alameda se incendió y se convirtió en cenizas.Ahora Roser Fort está sentada en una terraza de una casa en Providencia, que le prestaron para instalar su oficina por mientras. Lo primero que dice es que no estar en el lugar donde pasó los últimos 28 años se siente extraño. Desde ahí ha trabajado junto a su equipo para lograr la continuidad del Centro Arte Alameda, que a través de salas de cine prestadas ha podido continuar haciendo funciones. De hecho, hace dos días hicieron el lanzamiento de una alianza con el Centro de Extensión del Instituto Nacional para desarrollar ahí sus contenidos durante este año. También en estos dos meses se han dedicado a tener reuniones para buscar financiamiento, opciones y opiniones para conseguir su verdadero objetivo: la reconstrucción.-Cuando se quemó el centro nunca pensé en irme para otro lado. Al contrario, al verlo así pensaba cómo íbamos a seguir para adelante -dice.En 1993 Roser Fort llegó al Cine Arte Alameda cuando el lugar llevaba solo un año funcionando. Ella, entonces de 35 años, llevaba poco tiempo en el mundo de la cultura. Antes...
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