Niall Ferguson: 'Comprender su propia historia es un paso esencial para que Occidente recupere la fe en sí mismo' - 24 de Agosto de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 525251550

Niall Ferguson: 'Comprender su propia historia es un paso esencial para que Occidente recupere la fe en sí mismo'

La portada de "The great degeneration" (2013), libro en el que Ferguson se extiende en cuatro razones que explican la decadencia de las instituciones y economías occidentales, aparece en los mesones a la entrada de Barnes y Noble. Y en la llamativa vitrina con obras de la I Guerra Mundial su reconocida obra "The pity of war" (1988) comparte espacio con los libros más recientes de Mc Millan, Clark o Hastings.

El año 2008, un artículo de The Guardian calificaba a Ferguson como "uno de los pocos historiadores que hoy plantean preguntas serias". Según el periódico británico, a diferencia de lo que ocurría antes con figuras como Hobsbawm o Hill, en los últimos años los mejores historiadores son más bien "figuras de derecha".

En realidad, no es fácil clasificar a Niall Ferguson: su perfil dista mucho de lo convencional. "Soy ateo y muy liberal en lo que respecta a temas sociales. No soy realmente un conservador del tipo norteamericano, sí tal vez un conservador británico", argumenta a "El Mercurio" este intelectual con facha de actor. Ferguson está casado con Ayaan Hirsi, una somalí que trabaja en denunciar la costumbre de la ablación, mutilación sexual que ella sufrió de niña y lucha contra la sumisión de la mujer en el mundo musulmán. (Lo que significó el dramático asesinato de uno de los colaboradores de Ayaan, el cineasta holandés Theo van Gogh).

Autor de una decena de libros con amplio reconocimiento de la crítica, Ferguson no teme subrayar los hechos y lecciones que, a su juicio, muestra la historia y que algunos quieren ignorar. Sus opiniones suelen ser controvertidas y entre sus detractores figura el Nobel de Economía Paul Krugman, con quien ha sostenido potentes polémicas. Formado en Oxford y académico de reconocidas instituciones, hoy Ferguson vive en Estados Unidos y tiene la cátedra Laurence A. Tisch de Historia, en Harvard. "Cuando la gente me pregunta cómo soporto estar en una universidad tan liberal, mi respuesta es que es un indecible placer y probablemente sería menos feliz en una institución que estuviera de acuerdo conmigo. Sería aburrido", nos dice con la ironía que cruza sus opiniones y que se conjuga con una amabilidad muy británica.

-Aparte de sus conocidos libros, usted no les teme a las apariciones en TV, las columnas en los diarios o las charlas TED. ¿No teme ser acusado de "divulgador" o de "vulgarizar la historia"?

"Siempre he pensado que el conocimiento debería estar democráticamente disponible. Si uno enseña en una institución de élite, ya sea Oxford, Harvard o Stanford, tiene la responsabilidad de dirigirse a un público más amplio. He tratado de usar al periodismo, la televisión, la radio, las conferencias para compartir mi trabajo con la mayor cantidad de gente posible y la televisión es el mejor medio para hacerlo. Cuando la gente se burla de mi divulgación de las ideas en la televisión me parece la peor forma de elitismo, la idea de que solo debería escribir obras académicas para un pequeño y privilegiado público".

-¿Se define como un historiador económico? Muchas de sus columnas abordan la contingencia financiera y varios de sus libros tienen un claro cariz económico.

"Creo que sería una definición demasiado acotada, porque gran parte de mi trabajo ha tratado otros temas, como el poder. La pregunta que formula Tolstoi en 'La guerra y la paz' es cuál es el poder que mueve a las naciones y esa es mi interrogante. La economía es una parte de ese poder, pero solo una parte. En mi libro 'Dinero y poder en el mundo moderno, 1700-2000' traté de demostrar que la política a menudo domina la economía -sobre todo cuando hay guerras- y, por lo tanto, estudio tanto los conflictos bélicos como las finanzas. Creo que las preguntas más interesantes se refieren a los puntos de contacto entre la política y la economía, el poder y el dinero. Ahí es donde realmente me enfoco".

El colapso de las civilizaciones

-Una de sus tesis es que la historia no es cíclica y que a menudo los estados e imperios tienen un final abrupto, como sucedió con Roma, los incas, el Imperio Británico y la Unión Soviética.

"Es algo bastante intuitivo pensar que, al igual que los seres humanos, las instituciones históricas como imperios o estados crecen gradualmente, alcanzan su apogeo y luego van declinando de a poco. La teoría cíclica es increíblemente popular y empieza con los griegos de la Antigüedad. Pero no parece ser cierta. Cuando estudiamos las vidas de...

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