'Nadie gana con que la credibilidad de un Presidente o Presidenta disminuya. Eso es un riesgo'
Se trata de un tema que desde hace días viene reflexionando. En su oficina, mientras por Alameda se escucha una protesta callejera, aborda la relación política-negocios y los casos judiciales que la han marcado en las últimas semanas. El médico pediatra va circundando esta agenda desde las personas, sus impulsos y el Chile de hoy. "Hay una crisis de individualismo", afirma.
-Las encuestas siguen mostrando una caída en el apoyo a las instituciones del país, con un deterioro progresivo en la imagen de la clase política y empresarial. ¿Cómo percibe ese proceso?
-Con la encuesta Bicentenario, que realizamos con "El Mercurio", Canal 13 y Adimark, ya lo habíamos percibido: las confianzas en las instituciones han ido deteriorándose en forma progresiva en los últimos años. La persona confía menos en el Parlamento, la Iglesia o en las organizaciones comerciales. Sin embargo, esta se mantiene en la persona que trabaja en esa institución, con quienes se relaciona. Entonces, aquí hay un tema bien profundo: la confianza personal, la coherencia en el actuar de quienes representan instituciones y el trabajo por un bien común versus un bien individual. Nuestra sociedad se ha ido individualizando, ha ido perdiendo algunos atributos que tenemos como sociedad, un poco la humildad, la sobriedad, valores familiares.
-En el debate por los casos que han afectado la política se ha dicho que estos tienen en común la codicia.
-Han ido surgiendo elementos que no conocíamos tanto y que, probablemente, han llegado con los medios de consumo: el hecho de querer tener más, de aspirar a más cosas, de no satisfacerse. Me refiero a la codicia, ansias de ganar más, de sobresalir, de desarrollar una carrera rápida y fácil, mucha gente quiere lograr tener no solamente dinero, sino que fama o prestigio, llegar a alcanzar ciertas cumbres autodefinidas, y lo más rápido posible.
-¿Qué representa para usted el caso Penta?
-El caso Penta representa, probablemente, la pérdida de los límites en cuanto a querer tener más, a querer influir más, a querer poder, no solo económico sino también de influencia. Ahí se rompieron las barreras, los límites, los bordes que, probablemente, fueron traspasándose de a poco. Finalmente, el hombre empieza a sentirse omnipotente y a transitar fuera de la ley producto de su poder político, económico o de influencia. Es un caso que tiene que llevarnos a un análisis bien profundo de lo que el poder sin freno puede producir.
-El decano de Economía de la UC...
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