Nadie como él - 26 de Noviembre de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 852251863

Nadie como él

Pensé que estaba preparado, pero me equivoqué, como seguramente le pasó a todo el mundo. La muerte de Maradona era un pronóstico a gritos, por esa imagen final y fatal de la caminata asistida la última vez que pisó un campo de fútbol, pero siempre sospechamos que la muerte le rondaba, pero no le alcanzaría. Quizás por costumbre, porque era lo que pasaba cada vez que lo vimos arremeter con la pelota en los pies, seguido vanamente de un defensor herido, humillado, ansioso de atraparlo.No habrá mejor símbolo de su vida que aquel partido ante Inglaterra del 86, cuando perpetró la trampa más visible de la historia echándole la culpa a Dios, para, al rato, pintar una obra maestra que se ganó la inmortalidad.Maradona se gestó en la rebeldía. Le correspondió abrir las puertas al más feroz profesionalismo, transitar la frontera entre el fútbol espectáculo y el fútbol empresa. Fue el estandarte del merchandising, de los derechos televisivos, de la explotación inmisericorde de las tesorerías...

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