Concentración financiera en la Ciudad de México (1960-2001). - Vol. 31 Núm. 92, Mayo 2005 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 55629289

Concentración financiera en la Ciudad de México (1960-2001).

AutorGarza, Gustavo

Resumen

Se analiza el sistema bancario en México de 1960 a 2001 y el nivel de la concentración financiera en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, contrastándolo con el de otras urbes del mundo. Los datos estadísticos apoyan la hipótesis que plantea la existencia de una tendencia del capitalismo hacia una concentración territorial del sector financiero superior al del resto de los servicios al productor. En la fase actual de desarrollo, se acentúa la triple metamorfosis espacial que es inherente a la acumulación de capital: a) consolidación de una jerarquía urbana mundial con ciudades globales en la cúspide; b) aglomeración de los servicios dentro de las estructuras metropolitanas; y c) elevados niveles de concentración financiera en una o algunas ciudades al interior de las naciones. Se vislumbra que algunos de los servicios al productor, tal como los bancarios y financieros, constituyen una categoría histórica que ha sido denominada Servicios Generales de la Producción.

Palabras clave: concentración financiera metropolitana, sistema bancario, Ciudad de México, servicios generales de la producción.

  1. Introducción

    El sistema financiero capta el ahorro y lo canaliza al financiamiento de consumidores y empresas, estimulando la producción de mercancías y la acumulación de capital. El grado de impulso al desarrollo se cuantifica convencionalmente por el coeficiente entre pasivos financieros y producto nacional (Solís, 1970). Los intermediarios bancarios adquieren también la responsabilidad de ser depositarios del ahorro monetario de la sociedad, por lo que sus actividades pueden clasificarse como Servicios Generales de la Producción (SGP) (1).

    Adicionalmente a los pasivos que controlan, las instituciones bancarias acumulan capital financiero propio, con el que intervienen directamente como accionistas en todo tipo de empresas, llegando los banqueros a constituir un pequeño grupo muy influyente social, económica y políticamente. El sistema bancario, además, puede promover o reducir las desigualdades urbanas y regionales de un país. Los intermediarios financieros tienden a acentuarlas, pues al seguir el criterio de rentabilidad suelen trasladar ahorros que captan en las regiones atrasadas a las más ricas, siguiendo criterios de eficiencia, rentabilidad y recuperabilidad. Por otra parte, al invertir los bancos en bonos gubernamentales, el sector público podría canalizar los recursos captados a las regiones atrasadas mediante la inversión pública (2).

    El propósito general de este artículo es estudiar la evolución del sistema bancario en México en el periodo de 1960 a 2001, cuantificando el nivel de la concentración financiera en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), el cual se contrasta con el de otras ciudades del mundo para intentar obtener conclusiones generales sobre la tendencia hacia la concentración dentro de la "dimensión espacial del dinero" (3). Para lograr lo anterior se tienen tres objetivos específicos: a) analizar, siguiendo una periodización propuesta, la evolución de los bancos en México según Producto Interno Bruto (PIB) financiero, número de instituciones, monto de los depósitos y el coeficiente entre pasivos bancarios y producto nacional; b) sintetizar la importancia financiera de las grandes metrópolis dentro de la jerarquía urbana mundial, así como los niveles de concentración de las actividades bancarias en la principal ciudad de un conjunto de países desarrollados y subdesarrollados; y c) cuantificar la tendencia de la concentración territorial del sistema bancario en la ZMCM. El primer objetivo a) se desarrolla en el inciso 2 y es importante para determinar la magnitud y características de la actividad económica susceptible de concentrarse territorialmente. Los objetivos b) y c) constituyen un tercer inciso, cuyo acápite final se refiere a la Ciudad de México.

  2. Expansión desequilibrada del sistema financiero

    El estudio del sistema financiero mexicano de 1960 a 2001 se realiza según las siguientes tres etapas, definidas por la dinámica del PIB financiero y el monto de los depósitos: a) dinámica acelerada del PIB financiero y número de bancos, 1960-1981; b) fuga de capitales, nacionalización y fusión bancaria, 1982-1991; y c) privatización, crisis y reactivación, 1991-2001.

    2.1. Expansión del sistema bancario, 1960-1981

    En 1960, el Pro del sector financiero de México fue de 6.157 millones de pesos a precios de 1993, cifra que representó 2,6% del Pro total nacional (cuadro 1). Entre 1960 y 1970, dentro de la etapa del "milagro económico", el producto financiero se eleva a una tasa de 4,5%. Los depósitos bancarios casi se triplican al pasar de 19.046 a 47.024 millones entre 1960 y 1970 (cuadro 2). Este auge se refleja en el aumento de importancia de la intermediación bancaria en la economía nacional, al elevarse el coeficiente de participación entre pasivos financieros y producto nacional de 7,6% a 28,2% (cuadro 1) (4).

    En 1960 existían 195 bancos, muchos de los cuales eran pequeñas firmas regionales, dado que la legislación sólo permitía que tuvieran una función específica (cuadro 1). El total de las instituciones aumenta ligeramente a 203 en 1970, pero se inicia una clara tendencia hacia la centralización financiera (5): en 1960 los dos bancos principales absorbían 36,6% del total de la captación, cifra que se eleva a 50,3% en 1970 (cuadro 1).

    De 1950 a 1980, período de auge industrial dentro del modelo proteccionista, ocurre una elevada concentración de la población y las actividades económicas en la ZMCM, estimulada en parte por transferencias financieras de las regiones pobres hacia la megaurbe. Entre 1950 y 1980 la banca privada captó en promedio 29,9% en la región VII (Distrito Federal y Estado de México, entidades en donde se localiza la ZMCM), pero le otorga en financiamiento 40,3% del total (González, 1982). En este periodo, por ende, el sector financiero promovió la concentración territorial en la región más rica del país, siguiendo el criterio de rentabilidad y recuperabilidad de los préstamos.

    La expansión económica de los setenta fue estimulada por un creciente déficit del gasto público, pero en la crisis de 1976 intervino la severa recesión de 1973-1975 en Estados Unidos y una serie de desequilibrios que amenazan la estabilidad de las finanzas. La muy previsible devaluación se concreta en agosto de 1976, cuando terminan los 22 años de estabilidad del peso y se establece un sistema de flotación de la moneda nacional, que en los dos primeros meses se deprecia más de 100% (Tello, 1980).

    A partir de 1976 se inicia un importante proceso de fusión de los diferentes bancos que prestaban servicios únicos, gracias a la modificación a la ley de instituciones de crédito de 1975 que creó la figura de la banca múltiple: de 2 bancos múltiples que había en 1976, crecen a 16 en 1977, a 30 en 1979 y llegan a 35 en 1982. En general, la centralización financiera avanza en la década de los setenta y por una serie de fusiones se reduce el número de bancos, de 203 en 1970 a 81 en 1980. El índice de concentración de dos bancos (Banamex y Bancomer) en 1980 fue de 48,1%, representando ambos casi la mitad de la banca en México (cuadro 1).

    El impacto de la crisis financiera se supera gracias al gran auge petrolero de los años posteriores, elevándose en 1980 el PIB financiero a 24.225 millones y a 73.188 los depósitos bancarios (cuadro 1 y 2).

    2.2. Crisis estructural, nacionalización y fusión bancaria, 1982-1991

    Este periodo se inicia con el impacto político de la nacionalización de la banca privada, para culminar en vísperas de su privatización a partir de junio de 1991, iniciativa previsible por los compromisos subyacentes a la política de apertura comercial iniciada en 1988 con la entrada de México al GATT.

    El crecimiento económico derivado del auge petrolero en el segundo lustro de los setenta fue incorrectamente conducido por el gobierno federal, produciendo dos grandes problemas macroeconómicos: a) un desequilibrio insostenible de la balanza comercial que evidenció la sobrevaluación del peso y promovió la fuga de capitales al percibirse su posible devaluación; y b) un creciente déficit fiscal y aumento de la deuda externa. Una vez que estalló la crisis, el gobierno federal implementó la serie de las políticas ortodoxas de ajuste macroeconómico en boga, pero todas fracasaron. Con el fin de intentar conservar la rectoría del Estado en la economía, el presidente de la República optó por la nacionalización del sistema bancario mediante decreto del 1 de septiembre de 1982.

    Entre 1982 y 1988 el PIB absoluto de México baja ligeramente, mientras que el valor absoluto del financiero crece en 18.118 millones (70%), mostrando los bancos manejados por el gobierno un notable dinamismo. En esos seis años de recesión ocurrió una inflación de 900%, y aunque el total de depósitos a precios corrientes se cuadruplica, en constantes se derrumba a menos de la mitad (cuadro 2). La tasa de interés real negativa y la caída del ahorro y su envío al exterior implicaron una desvalorización muy significativa de los depósitos bancarios, que a precios constantes se contraen anualmente -14,2%, constituyendo esta destrucción de ahorro uno de los mayores costos de la crisis.

    En 1985 se promulga una nueva Ley Orgánica del Banco de México, que permite que todos los intermediarios puedan transformarse en banca múltiple: de las 59 instituciones bancarias que existían en 1982 (año de su nacionalización), se fusionaron las más pequeñas con las grandes, reduciéndose a 20 en 1991, además de las siete instituciones existentes de la banca de desarrollo (cuadro 1; Peñaloza, 1994). La estructura resultante no eliminó la alta centralización: Banamex y Bancomer mantuvieron su participación en casi 50% de los depósitos totales (cuadro 1; Cidac, 1990).

    Entre 1988 y 1991 (último trienio de los bancos nacionales), mientras el PIB total crece 4,5%, el financiero baja -5,3% y reduce su participación a 3,4% (cuadro...

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