La música de las calles y viajes - 4 de Septiembre de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 909879355

La música de las calles y viajes

U na tarde de primavera, en la ribera derecha del Sena , entre Trocadero y Alma, suena un saxofón. Cada vez más fuerte. No es una melodía de esas que se tocan para atraer a los turistas. Parece un solo de jazz. De pronto lo veo, debajo del puente: un músico solitario. Tal vez allí se siente protegido. Toca para él nada más, de espaldas a la gente que, muy a lo lejos, pasa por ahí. Es un muy buen intérprete; claramente está inspirado. ¿Está practicando? Quizá en su edificio parisino no le aguantan los ejercicios. ¿Purga una pena? ¿O toca, simplemente, por placer?El sol cae. Él, incólume a la ventisca fresca que se ha levantado, sigue en lo suyo. Vendría varias veces por semana. Lo vería durante toda esa temporada: jamás levantó la vista más allá de su instrumento.El anónimo músico me recordó que había vivido algo así antes. Otra persona que tocaba, solo, con similar pasión: la encontré mientras paseaba por la Villa Borghese , en Roma, pero este era un trompetista con aspecto de artista atormentado. No me vio mientras, esa vez sí, tomé una cámara para fotografiarlo. Él tocaba, tal vez, para una musa, con una fuerza espeluznante. No parecía alguien de paso o un encantador de turistas, como hay tantos en las capitales europeas, unos más originales que otros, y en sitios como Montmartre, Puerta del Sol o Piazza Navona.Italia pareciera ser el lugar con más músicos presentándose en las calles por metro cuadrado (el país de la música: lo demostraron combatiendo la angustia y el tedio del confinamiento pandémico con conciertos espontáneos desde los balcones de toda la península). Hay músicos muy solemnes, como los del café Lavena , de la Piazza San Marco, en Venecia, que brindan conciertos de cámara al aire libre a lo largo del día. Las cuatro estaciones de Vivaldi, o alguna adaptación de arias de Verdi, Rossini o Donizetti resuenan en banda en aquel refinado recinto del settecento , enmarcado por las procuradurías y la basílica bizantina dedicada a San Marco...Hay otros músicos más informales. Como uno, recuerdo, que tocaba guitarra con un conejo blanco al hombro, frente a una iglesia de Roma. Lo más sorprendente es que el pequeño animal realmente vibraba con las melodías. Parecía recién salido del sombrero de un mago, pero aquí el truco de prestidigitador consistía en que el conejo seguía el ritmo de la música, sin temor por el gentío alrededor.Unos días más tarde, entre los numerosos otros músicos romanos, nos transportó al mundo de Ennio...

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