El Muro de Berlín y el comunismo ruso - 14 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 543727194

El Muro de Berlín y el comunismo ruso

La caída del Muro de Berlín prefiguró el fin de aquel comunismo europeo que había sido impuesto por el Ejército Rojo. Tenía cómplices activos y pasivos en cada país, pero su poder se basaba en la amenaza de que el temido ejército podía reaparecer, como en Budapest en 1956 y en Praga en 1968. Distinto es el caso del comunismo originario, el de los rusos, porque son ellos mismos los que se lo autoimponen en 1917. El deceso definitivo de ese sacrificado comunismo solo ocurre en 1991-1992. Si es que fue un deceso, ya que las ideas que lo inspiraron siguen dando sus vueltas por el mundo.

Son ideas que a muchos que éramos jóvenes en los años sesenta nos parecían interesantes. Habrá sido que a esa edad nos creíamos muy buenos, pero sonaba plausible la noción de que las maldades humanas eran producto nada más que de un sistema capitalista explotador, y de que bastaba con eliminarlo para que floreciera la bondad natural del hombre, y naciera el llamado "hombre nuevo". Este iba a ser un ciudadano tan solidario, austero y trabajador, que el Estado mismo se iba a poder nada menos que extinguir. Los métodos necesarios para llegar a ese feliz desenlace -una dura revolución y, después, la dictadura del proletariado- eran menos atractivos, porque suponían actos violentos, y más bien el fortalecimiento del Estado, pero algunos pensaban que se justificaban por lo fuertes que eran los explotadores, y porque la dictadura iba a ser corta.

En 1964, las ganas de entender estas ideas mejor me llevaron, con un grupo de amigos de Oxford, a pasar un trimestre en la Universidad de Moscú. Conocimos a algunos "hombres nuevos" allí. Rusos simples, de gustos parcos, que nos hacían sentir vergüenza por contar con tantos bienes materiales innecesarios. También "mujeres nuevas". Rusas algo robustas pero sanas y naturales, que al reírse desnudaban, con conmovedora ingenuidad, sus severos defectos dentales. El hechizo de estas "personas nuevas" solo se rompía a veces, cuando nos pedían algún disco de los Beatles, o unos jeans , o por último un lápiz Bic.

Pero el...

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