Mujeres, oportunidades y embarazo adolescente - 8 de Marzo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 608417802

Mujeres, oportunidades y embarazo adolescente

Probablemente, las áreas de progreso más evidente son la inserción de la mujer en la educación superior y en el mercado del trabajo. En efecto, hoy existen más mujeres que hombres matriculados en la educación terciaria, mientras que la participación laboral femenina ha aumentado en unos 15 puntos porcentuales en tres décadas.

Pero ello no significa que podamos relajarnos en el esfuerzo por una mayor equidad de género. En Chile existe un conjunto importante de desafíos pendientes en esta materia que es necesario abordar.

En efecto, de acuerdo con la Encuesta de Desarrollo Humano 2009 del PNUD, la mayoría de los chilenos aún cree que los hombres son los principales encargados de la provisión de recursos económicos para el hogar, mientras que las mujeres son quienes deben realizar las tareas domésticas, criar niños y cuidar a otros.

Estas percepciones son reforzadas por algunas leyes que dificultan la plena inserción de la mujer, como el artículo 203 del Código Laboral, que exige a las empresas que emplean a 20 o más trabajadoras la provisión de servicios de sala cuna para madres de niños menores de dos años.

Es muy difícil analizar la multiplicidad de temas que abarca la igualdad de género en un espacio como este. Por lo mismo, en esta ocasión quisiera abordar una de las áreas cruciales de política pública, en la que, a mi juicio, aún persisten rezagos preocupantes: la prevención del embarazo adolescente.

Según la OCDE, en los países de esa organización, en 1970 nacían 41 niños por cada 1.000 mujeres, entre los 15 y 19 años de edad, tasa que cayó a 16 hacia el año 2010. Las cifras no solo son mucho más altas en Chile (72 y 54, respectivamente), sino que, además, han mostrado un menor retroceso. De acuerdo con el INE, la tasa de nacimientos entre niñas menores de 15 años ha caído aún más lento.

La correlación entre paternidad temprana, menor rendimiento en la educación, mayores dificultades para insertarse en el mercado laboral, incidencia de la pobreza y falta de oportunidades en general, es evidente y significativa. Son las mujeres quienes, proporcionalmente, asumen esos costos. En efecto, la mayor parte de los jóvenes que no estudian ni trabajan son mujeres, y una fracción relevante de ellas ha sido madre tempranamente. Más grave aún, la fecundidad adolescente se concentra en los hogares de menores ingresos.

Asimismo, estas consecuencias se expanden a través de generaciones. Un estudio de Matías Berthelon y Diana Kruger muestra que, luego...

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