La era de las mujeres globalizadas
A los 32 años, la astrónoma Paula Jofré cree que los viajes que hizo en su adolescencia, marcaron su opción de vida. Fueron, de alguna manera, premonitorios de la curiosidad que desarrollaría más adelante y de su convicción de que quería llevar una vida flexible y motivante. Una vida libre.
-A los 13 años me fui por tres semanas a un campamento de verano en Bélgica, donde conocí a adolescentes de muchos países distintos, me hice amigos y el horizonte se me abrió -cuenta hoy, desde Cambridge, Inglaterra, donde hace un posdoctorado.
En los últimos nueve años, Paula ha vivido en tres países diferentes. Todo comenzó cuando egresó de la universidad: tenía 20 y tantos años, y pese al apego que siente por Chile, se dio cuenta de que de quedarse, su futuro profesional se limitaría.
-Mi decisión no fue no querer echar raíces, sino que irme por un tiempo a realizarme personalmente -explica-. Sentía que si me quedaba iba a optar por un estilo de vida que no calzaba conmigo. Desde chica tenía ganas de vivir en Europa, de conocer el mundo y distintos tipos de personas, de hablar en varios idiomas.
Paula dice que no se sentía lista para lo que, según ella, la esperaba en Chile: "Empezar a trabajar, casarme, formar una familia". Así fue como a los 23 años partió a Munich, Alemania, a doctorarse y luego a investigar. Siguió una estadía en Francia. Más tarde se trasladó a Inglaterra, donde se quedará el tiempo que dure su investigación. Ahí vive con su pareja, Thomas, un físico alemán, y sus dos hijos, Damian y Kian, de seis y tres años de edad. Allá, explica, tiene sus redes, están los fondos para investigar; hay institutos, proyectos andando.
-Agradezco ser dueña de mi vida. Nadie me obliga a hacer nada. Creo que eso es vivir sin límites: ser totalmente libre, valorar esa libertad, y no dejarse echar para abajo por la cantidad de cosas que "uno tiene que hacer".
La opción de Paula es la que está tomando un grupo creciente de mujeres que no ven el desarrollo de su vida ni el desempeño de su profesión arraigado a un solo lugar y que han optado por vivir en movimiento. Algunas lo han hecho con familias e incluso con hijos. Otras han partido sola. Todas dicen haber ganado en experiencia.
-La diversidad de estímulos que uno recibe día a día es una gran satisfacción -dice la astrónoma-. Aprender constantemente de nuevas costumbres y conocer gente nueva, me encanta. Mis hijos son orgullosos de tener una mamá que se dedica a estudiar la galaxia y un papá que resuelve ecuaciones de física y que tiene estudiantes. Y yo me siento orgullosa de mis hijos multilinguales y trato de motivarlos a que nunca pierdan el interés por aprender.
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A los 50 años, la directora de Planificación Estratégica de la Cancillería María del Carmen Domínguez, ha vivido más años fuera que dentro de Chile. Como diplomática, ha estado destinada a misiones en Washington y en París, ha sido becada en la Universidad de Warwick en el Reino Unido, nombrada world fellow en la Universidad de Yale y hoy está graduada de la Escuela de Gobierno de Harvard con una maestría en Administración Pública. Sus padres partieron en los setenta al exilio en Estados Unidos y ella fue la única de su familia que volvió a Chile.
Muchas veces le han preguntado de dónde viene, dónde están sus raíces, y a ella le ha costado dar una respuesta. En su caso, dice, no están en un solo lugar.
-Mi abuela, Silvia Boza de Álvarez, fue una gran influencia. Ella viajaba todos los años a Europa y siendo alcaldesa de Las Condes, a fines de los 60, fue invitada a...
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