Muerte y vida de un poeta - 14 de Junio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 515008922

Muerte y vida de un poeta

Thomas Harris se para y camina hacia la ventana. Apunta y dice:

-Ahí es.

Thomas Harris solía ver cosas que no existían.

-¿No pensaste que estabas loco?

-Nunca...

Thomas Harris tiene una reproducción de una pintura.

El único recuerdo feliz de Thomas Harris en relación con su padre está en trozos de papel, en imágenes de él hundido en una inmensidad blanca. En 1957, cuando su hijo no cumplía aún un año, se fue en una misión militar chilena a la Antártica. Era teniente. Allá pasaba los días en expediciones, entre perros y trineos, eludiendo grietas imperceptibles a la distancia, fatales en la inmediatez. Contaba, sin la épica de una hazaña, la vez que sus compañeros salieron de excursión y él se tuvo que quedar en la base, postrado por un furúnculo. Ellos jamás volvieron del frío.

Terminados los 12 meses de servicio, con 28 años, regresó a La Serena, donde lo esperaban su hijo y su mujer, de 17. Les dijo que el Ejército le había ofrecido volver y que quería hacerlo.

-Mi papá era depresivo. Lo conocí a través de esas fotografías en la nieve: se veía pleno, sonriente. La depresión de primavera se produce porque el entorno se transforma en luz y uno se siente alejado de esa belleza. Yo creo que por eso él estaba bien en la Antártica.

-En el fondo lo que él les dijo es que no quería estar con su familia.

-Mi mamá dijo: yo me divorcio y mi abuela fue clara en decirle que se tenía que ir de La Serena, que tenía esa cosa bien pechoña, de aristocracia venida a menos, del qué dirán. Y había una niñita de 18 años, con un hijo a cuestas.

La madre se instaló en Santiago, a trabajar como secretaria. El hijo se quedó en La Serena, al cuidado de cuatro tías abuelas, en una casona de la calle Colón. Goza diciendo la numeración: 666.

-Todo es real, todo existe. Yo fui un niño gótico, solitario, a cargo de estas solteronas, todas muy católicas. Las recuerdo bordando y tejiendo a croché. Deben haber tenido 30 y tantos, pero se veían viejas. Confesaban que nunca habían tenido relaciones, que eran vírgenes. Entré al seminario. Tenía la secreta esperanza de ser cura para no trabajar en labores pesadas, dedicarme a criar gallinas, gatos y perros.

En vez,Thomas Harris se hizo fanático del cine y las novelas de terror. Coleccionaba revistas como el Doctor Mortis y El Monje Loco. "Estaba tan botado, en ese ambiente como de novela de Donoso, que el horror de esos cómics al final relativizaba el horror interno", dice un conocido.

Su mamá regresó de Santiago cuando él tenía 10 años. Se volvió a casar con un alemán, que había peleado por Hitler en la Segunda Guerra. Tres años después se fueron a Concepción. A los 16 lo volvieron a dejar en La Serena, cuando ellos, por trabajo, dejaron el país.

-¿Volviste donde tu papá?

-No, donde mis tías abuelas, que seguían vírgenes. Nos vimos muy poco. Mi papá casi no hablaba y recién con un par de whiskies se ponía más locuaz. Fue una no relación.

-La Serena es chica. ¿Se cruzaban y no se hablaban?

En septiembre de 1973, ambos vivían en la ciudad para el golpe militar.

-Lo veía cuando patrullaba en jeep. Fue duro. Yo, de alguna manera, ya tenía una percepción política.

Thomas Harris volvió a Concepción y terminó el cuarto medio en un colegio en Talcahuano. Carlos Decap, también poeta, fue su compañero y entró con él a estudiar Pedagogía en Castellano en la U. de Concepción. "Andaba con sus ojitos azules y con libros en la mano. Era más hippie que gótico, tanto que cuando volví del verano se había casado sin avisarle a nadie".

Tenía 20 años.

-¿Era compatible el matrimonio con el jolgorio?

-El jolgorio empezó casado.

Junto con Decap, Roberto Henríquez y Alexis Figueroa, Harris comenzó a interesarse por la poesía. Organizaron lecturas semiclandestinas, lideraron la escena bohemia de Concepción y hasta fundaron la revista Posdata, inédita iniciativa en esos años. Eran unas celebridades locales. "Andábamos para todos lados con una perra que se llamaba Dulcinea, que pasaba en celo y la seguía una jauría. Nos esperaban afuera de los bares como 20 perros. Iban detrás de nosotros siempre", dice Henríquez. Decap recuerda la primera lectura del grupo fuera de la ciudad, en Valdivia. "Íbamos por unos días y el Harris terminó enamorándose de la mujer de un poeta local. Estuve seis meses recibiendo correo de esta mujer a mi dirección: un sobre, metido en otro sobre".

El ambiente político era duro. Del grupo, la mayoría había tenido familiares directos detenidos. La universidad era un hervidero; aparecían matriculados misteriosos, que no iban a clases y que desaparecían de pronto: los asumían agentes de inteligencia. En ese marco, Thomas Harris, también de izquierda, no solía hablar de la situación de su papá. "Nunca quise averiguar, me producía rechazo", dice Decap. "Sabía que para él era un tema doloroso".

Harris estaba instalado en una casa de Chiguayante que...

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