El movido rafting del Río Bueno - 8 de Noviembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 586476950

El movido rafting del Río Bueno

Río Bueno Expediciones hace esta excursión desde su base en Puerto Nuevo (casi 30 kilómetros al suroeste de Futrono): se sale de la playa de Puerto Nuevo, donde uno se pone el traje de neopreno y salvavidas y -luego de la imprescindible (y breve) capacitación en autorrescate, seguridad y maniobras- partimos. Se dice aquí que este es el único rafting del país que parte en un lago. Subimos a la balsa amarilla para 12 personas (aunque no llevan a más de ocho por comodidad) y antes de empezar a remar, un zodiac con motor se encarga de remolcarnos. Guardamos fuerzas para lo que viene.

Cuando avanzamos unos tres kilómetros hacia el sur y estamos unos 100 metros antes de llegar al nacimiento del río Bueno, paramos para bajar a la orilla, tomar fotos y, lo más importante, ver los rápidos que remontaremos en pocos minutos: desde este mirador vemos cómo las calmadas aguas del lago van adquiriendo velocidad y movimiento.

De vuelta a la balsa, la acción comienza de inmediato: los rápidos están al comienzo de este tramo. De partida, las corrientes eran suaves y nos movíamos levemente. Pero a los 600 metros de llevar este ritmo, lo divisamos: Chanchomán estaba al frente. Para superar este rápido (cuyo nombre, supimos luego, se debía en realidad al apodo de uno de los guías) solo teníamos que remar y responder a las instrucciones. Todo pasó tan veloz que solo nos quedó la sensación de estar empapados, luego de reír y gritar hasta salir del otro lado. Por eso, por la rapidez, la pregunta del guía no sonaba a broma: "¿Quieren hacerlo de nuevo?".

Una de las cosas buenas de esta ruta es que este rápido, el más entretenido, se puede volver a cruzar de inmediato. Para eso, apenas lo superamos, debemos remar hasta la ribera norte, bajar y caminar con la balsa a cuestas por un sendero que bordea el río.

Lo de remar hasta la orilla se dice más fácil de lo que es: luego de varios intentos, lo logramos. Y después caminamos unos 200 metros hasta la única parte difícil del sendero: un barranco de dos metros y medio por el cual hay que descender, pasándoles la balsa (que pesa unos 80 kilos) a los que bajan primero. Ya con la embarcación de vuelta al agua, es cosa de navegar unos minutos hasta enfrentarse otra vez a Chanchomán: con la experiencia previa, esta bajada resulta todavía mejor.

Más adelante superamos otro rápido, más suave, y -dice el guía- podemos lanzarnos al agua para seguir flotando: la única indicación es siempre ir con la espalda en el sentido de la...

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