Morir sin ser extrañada - 4 de Septiembre de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 875427534

Morir sin ser extrañada

El domingo 25 de julio Francisco Vilo, de 21 años, llegó a una casa de la población Prosperidad de Curicó. Era pasado el mediodía cuando saltó la reja de la vivienda de ladrillos, caminó hacia el patio esquivando cartones y un montón de cachureos y se enfrentó a una puerta y una ventana que conocía desde su infancia, pero que extrañamente estaban selladas por una estructura metálica. Tras él iba un carabinero.-Me dijo que rompiera la puerta, pero yo le respondí que no era capaz -cuenta el joven-. Sentía como si se me fuera a salir el corazón.El carabinero lo hizo a un lado, tomó impulso, derribó la puerta y entró a la habitación. En su interior se encontró con ratones muertos, muebles roídos, desechos y un colchón mugriento. Sobre él, bajo una frazada, con calzado y rastros de ropa convertida en trapos, había un cadáver reducido a esqueleto.Era lo que quedaba de Ketty Cáceres Guerrero, la abuela de Francisco Vilo.Ana Barra conoció a Ketty Cáceres cuando ambas familias llegaron a vivir a la villa Navidad, un campamento que se levantó en los años 80 cerca de un antiguo basural ante una crecida del río Lontué, el más importante de Curicó. Tiempo después, sus habitantes fueron trasladados con sus mediaguas hacia el otro lado de la ciudad, a la población Prosperidad, un proyecto social que consistía solo en la entrega de casetas sanitarias, que sus residentes debían convertir en hogar.Los terrenos de Ana Barra y Ketty Cáceres quedaron frente a frente."Ella vivía con su hija, la Ketty chica, que entonces tenía como 10 años. Eran las dos solitas", recuerda Ana Barra.En realidad, Ketty Cáceres había sido madre antes, en 1960, pero esa hija no vivió nunca con ella. El subcomisario de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones de Curicó, Fernando Matus, cuenta que esa hija residió en Canadá, Estados Unidos y que ahora vive en España. Agrega que cuando la contactaron para informarle que habían encontrado el cadáver de su madre, les dijo que no deseaba tener relación con el caso.En esos primeros años en el barrio, Ketty Cáceres era una mujer activa, que vivía principalmente de la pensión de montepío que recibía desde 1976 como hija de un suboficial mayor del Ejército, lo que es corroborado a "Sábado" desde la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena).Quienes la conocieron la describen como una persona de baja estatura, de caminar encorvado, pelo corto, que usaba base de maquillaje blanca y colorete en las mejillas. Los más adultos destacan que siempre olía bien, mientras que los más jóvenes concuerdan en que era cascarrabias."Cuando salía, nosotros la esperábamos para tocarle la joroba. Ahí nos agarraba a garabatos y nosotros más la molestábamos. Le decíamos: 'Ya poh, señora Ketty, si es para que nos dé buena suerte y nos saquemos buena nota en la escuela'", relata Karen...

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