El 'modelo' y el mundo real - 13 de Noviembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 587013782

El 'modelo' y el mundo real

La sucesión de abusos contra consumidores, deudores e inversionistas que han sacudido a la opinión pública ha llevado a levantar cuestionamientos al modelo de economía social de mercado que nos rige. Hay quienes aprovechan la justificada molestia que despiertan estos casos para acarrear aguas al molino del estatismo, el cual -abogan- estaría libre de los males detectados.

El buen funcionamiento de la economía de mercado presupone libre competencia. No se trata de la competencia "perfecta" -de la cual hablan los textos de teoría económica- y que simplemente no existe en el mundo real. Para propósitos didácticos o para predecir determinados comportamientos, ese concepto puede ser una buena aproximación, pero como descripción de la realidad falla ostensiblemente. Comprobar entonces que acá no se dan las condiciones de una competencia perfecta -esto es, información plena, múltiples oferentes, empresarios individuales sin poder de influir en los precios y ausencia de utilidades sobrenormales- no resta validez a nuestro modelo.

En el mundo real generalmente la competencia es imperfecta, con unos pocos competidores, con capacidad de manipular los precios y calidades, lo que puede ser empleado tanto para atraer a los consumidores con ofertas convenientes como para perjudicar a los oferentes rivales. Lo primero confiere a la economía de libre mercado inigualada capacidad para innovar y elevar el bienestar de los consumidores. Pero lo segundo puede llevarlos ya sea a costosas "guerras de precios" o a confortables pactos de colusión. Cuando ello ocurre, la economía de mercado se desnaturaliza porque la libertad de consumir y de emprender es suprimida por acción de los monopolios.

Es, por tanto, consustancial a una economía social de mercado del mundo real la acción del Estado en defensa de la competencia y la transparencia de los mercados. No cualquier intervención estatal sirve a ese fin y, de hecho, muchas de ellas -como las protecciones arancelarias y créditos subsidiados tan comunes en el viejo modelo de los años sesenta- logran exactamente lo contrario: entronizar los monopolios y los carteles. La protección de la libre competencia exige, por una parte, asegurar que los mercados estén abiertos a la competencia internacional y a la entrada de nuevos competidores, y por otra...

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