El misterio del lanza chileno - 18 de Abril de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 566035186

El misterio del lanza chileno

En los años en que recorrí Europa por razones de exilio y trabajo, comprobé cuán ignorantes éramos los chilenos con respecto a esos compatriotas que gozaban en el extranjero de una aureola de leyenda. Hasta que comencé a topármelos y conocerlos. Una mañana, en el metro de Viena, a mi lado venía un pasajero moreno y de pelo ensortijado, cuya chaqueta clara con granos de pimienta exhibía el logo de Pal Zileri. Perfecto turista italiano, me arrinconaba con el Corriere della Sera que traía desplegado, mientras una pareja me rozó por el otro lado... "Pórtense bien, chiquillos", les dije, y el "italiano" me preguntó: "¿Vos soi sapo?". Le contesté que no: "Vivo aquí y no quiero que me vacunen".

Los tres se escabulleron en la estación siguiente, la misma en la que yo me bajaba, y los invité a una cerveza. La pareja desapareció y solo el "italiano" se dio por aludido. En la cervecería me contó que su mujer -"mi compañera", dijo- estaba presa en Austria. Los hijos habían quedado bajo el cuidado de una abuela que se había enfermado, y era urgente que a su mujer la deportaran a Chile para que pudiera atenderlos. El lanza no quería asomarse por el consulado chileno y me pidió un favor: que hablara con la cónsul a fin de agilizar las gestiones frente a las autoridades austríacas para la expulsión de su mujer. La cónsul, hija de un general, se esmeraba en atender a los exiliados como yo y tomó cartas en el asunto.

Una semana más tarde, el lanza me llamó por teléfono -¿cómo se consiguió el número?- para contarme que su mujer había sido devuelta a Chile esa mañana y que él viajaría dos días más tarde. Volvimos a la cervecería y cuando estiré la mano para despedirme sentí un objeto frío, denso: era un Rolex de alta gama, cuyo precio podía bordear los 20 mil euros. "Legítimo", dijo. Le contesté que no podía aceptarlo y que seguiría "fiel a mi Casio de plástico". "Puede venderlo", insistió. "No le hago a ese negocio", le respondí, devolviéndoselo. Su últimas palabras fueron: "Cuando vuelva a Chile, compadre, si algún c... de su madre lo anda molestando, avíseme: yo me encargo. Pregunte por el (...) en la población (...)". Nunca he requerido sus servicios. Espero que el deseo de que sus hijos estudiaran en la universidad haya podido cumplirse. "Para que no sean linyeras como yo", dijo usando la expresión argentina.

Se cuenta que a mediados del siglo pasado, en el metro de Nueva York, la Yuyito, la más grande lanza chilena de todos los tiempos, despojó de su...

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