El misterio de las cuevas de Vilcún - 21 de Noviembre de 2010 - El Mercurio - Noticias - VLEX 228662326

El misterio de las cuevas de Vilcún

Chaitén -"canasta de agua", en la lengua de los pueblos nativos de esta zona- estaba tapado y el aguacero no tenía para cuándo parar. Pero Marieta Gutiérrez, hija y nieta de colonos, y su marido César Barría, quien llegó a Chaitén haciendo el servicio militar y se enamoró del pueblo y de la señorita Barría, no se amilanaban. La tentación era demasiado grande. "¿Pinturas rupestres en Chaitén? Nunca habíamos escuchado eso, jamás", dijo Marieta.Â

Lo de las pinturas no era exactamente en el pueblo, sino a la costa de Santa Bárbara, unos 12 kilómetros al norte de Chaitén. Y el Chaka era la última esperanza para hacer la excursión porque nadie más aceptó servir de guía.

"No es lejos", dijo entonces César Barría, antes de despojarse de todo y quedarse sólo con lo indispensable. Una parka, jeans, botas y una enorme linterna. Lo demás quedó en la camioneta estacionada en la playa de Santa Bárbara, a pocos metros de una caseta de Sendero de Chile, abandonada desde que Chaitén despertó con la erupción volcánica del 2 de mayo de 2008.

"Despertó" es un decir. En la práctica, lo sumió en una larga pesadilla que aún no termina. Y aunque las autoridades ya sepultaron las intenciones de los chaiteninos de que el pueblo se reconstruyera en el mismo lugar, y designó a Santa Bárbara como la futura capital de Palena, unas 500 personas están viviendo en Chaitén. O sobreviviendo. En el pueblo no hay luz ni agua potable. Tampoco cuentan con permisos sanitarios de ningún tipo. Y de hecho están "proscritos".

Teóricamente nadie podría pernoctar en Chaitén. Para las autoridades no existen, no hay servicios y no habrá inversión pública. Pero ellos siguen ahí y de hecho han crecido en número. Simplemente no se acostumbraron a las ciudades y volvieron a un pueblo sumido en las cenizas, bajo millones de toneladas de material. Y han trabajado incesantemente para limpiar sus casas y sus calles.

"Pero hemos retrocedido 40 años", dijo Marieta Gutiérrez mientras recorríamos los casi 5 kilómetros de la extensa playa de la costa de Santa Bárbara, camino al Vilcún. Habíamos decidido ir igual, por nuestra cuenta

Con 444 metros de altura, el cerro Vilcún era una formación peculiar. Un cono perfecto que, sorprendentemente, mantenía la mayor parte de su vegetación virgen, a diferencia de lo que ocurre en gran parte de los sectores costeros de la zona, donde los taladores chilotes dieron cuenta de ricos bosques de alerce y ciprés. El Vilcún ("lagartija" en mapudungún) se mantuvo ahí...

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