Mirar el fuego - 21 de Septiembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 530474286

Mirar el fuego

Estamos con tía Waverly en casa de unos primos del sur, para celebrar estas fiestas patrias. El tiempo ha estado razonable, pero nada obsta para encender la gran chimenea. Y como en Santiago eso ya no solo es imposible, sino que se ha olvidado por extinto, me las he pasado todos estos días mirando el fuego. No puedo importunar al lector con las decenas de reflexiones que la danza de las llamas ha despertado en mi mente y en mi espíritu. Además, muchas de ellas son asaz privadas como para revelarlas por el diario. Sin embargo, hay una que me arrebata y me consume. ¿Habrá algo más atávico que contemplar el fuego? Más allá de la belleza innegable del cuadro, de su misterioso sonido a paz y a quebranto, de la quietud que nos abraza y el calor que nos prodiga, no puedo sino pensar que en nuestra memoria genética -si existe tal cosa- se instaló desde tiempos inmemoriales esta fascinación ígnea. Y, claro, el fuego nos fue, por milenios, fuente de luz, calor, protección...

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