La mirada submarina de Eduardo Sorensen - 16 de Febrero de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 840306426

La mirada submarina de Eduardo Sorensen

E l sol estaba a punto de esconderse cuando Eduardo Sorensen tocó el agua con sus pies. Era 1993, tenía 16 años y estaba en Algarrobo e iba a bucear por primera vez en su vida. Entró al mar caminando desde la orilla y, a medida que avanzaba, la arena comenzó a moverse y reveló cientos de cangrejos que levantaban sus tenazas y pies.Hoy, veintiseis años después, Sorensen no olvida esa imagen, por más que en ese mismo mar que conoció de adolescente ya no se vean esos cangrejos.Es una fría y nublada mañana de enero, y uno de los fotógrafos submarinos más destacados de Chile está volviendo al lugar que gatilló su pasión por las profundidades del océano. Lo acompañaremos en esta aventura.El mar lanza pequeñas olas hacia la orilla de la playa, mientras Sorensen prepara sus equipos en el centro de buceo Cinco Océanos, de su amigo Joao Rodríguez, con el que imparte un curso de fotografía submarina en Algarrobo. Sus años de experiencia se notan: se pone el traje seco -diseñado especialmente para aguantar bajas temperaturas- con tanta naturalidad que es uno de los primeros en estar listo. Luego va a buscar su cámara réflex con carcasa para el agua que cuida como una reliquia, hasta el punto de ponerle cinturón de seguridad en el auto."La primera vez que buceé fue alucinante", dirá Sorensen más tarde. "Esa sensación de estar respirando sin tener que subir a la superficie a buscar aire, y que te puedas quedar y quedar y mirar y moverte, me rayó".De chico, cuenta, le gustaba mucho la playa, pero no tenía ningún vínculo especial con el buceo: solo le interesaba saber lo que había bajo el mar. Así que luego de pasar unas vacaciones en el norte con su familia decidió contactar a un instructor en Algarrobo y hacer los cursos. Al principio no tenía intenciones de dedicarse a la fotografía, pero hoy es su trabajo principal. "La fotografía es una de las herramientas de conservación más potentes que existen hoy en día", dirá luego. "Al mostrar algo tan bonito, las personas van a generar un vínculo. Me gustaría lograr eso con mis fotos, que la gente quiera cuidar lo que hay ahí abajo".Son las nueve y media de la mañana cuando comenzamos a caminar hacia el bote que nos llevará al punto de buceo que elegimos, un sitio llamado El Laberinto del Lobo, que está a 1,5 kilómetros del embarcadero. Una vez arriba, zarpamos rápido. Joao Rodríguez, el capitán, dice algunas palabras para que las otras ocho personas que van con nosotros sepan quién es Eduardo Sorensen. Mientras habla, él mira hacia abajo y...

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