'En ese minuto íbamos a morir (...) Dios puso su mano y no fuimos nosotros' - 5 de Octubre de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 322625315

'En ese minuto íbamos a morir (...) Dios puso su mano y no fuimos nosotros'

"He pasado por 11 años muy difíciles, muy dolorosos, muy complicados para mis hijos. Ellos han sufrido más que nadie", relata la empresaria oriunda de Rancagua, quien en la época de los hechos era de una de las familias más acaudaladas y reconocidas de la zona.

Por esto, pese a que la violencia de parte de su ex marido era constante, y no sólo en privado -Silvia recuerda que una vez él llegó a agredirla mientras estaba en el dentista-, ella nunca le contó a su círculo cercano sobre los maltratos.

"Todos los estratos sociales sufren de violencia. En esa época yo pertenecía a un estrato social más alto, pero la violencia estaba igual. Yo no quería que la gente con la que yo hacía negocios, los empresarios, supieran que era una mujer golpeada", recuerda.

Con tristeza constata que de los 18 años de su matrimonio con Arturo Muñoz Jorquera, 16 estuvieron marcados por la violencia física y psicológica, que fue aumentando y alcanzó "su peak " el 19 de junio de 2000.

Ese día, relata, su marido -quebrantando una orden judicial que le impedía acercársele luego de sucesivos episodios de violencia- ingresó a su casa en un lujoso condominio de Machalí y descontrolado golpeó a sus dos hijos, de 16 y 12 años.

"Primero golpeó a mi hijo menor en forma muy fuerte, muy bruscamente, lo tomó y lo tiró contra la pared. Cuando él cayó toda la pared quedó con sangre. Y después mi hijo mayor se escondió en su pieza, y él sacó la puerta, botó la puerta (tarda unos segundos en retomar su relato, conteniendo el llanto) y empezó a golpear a mi hijo mayor con su guitarra, que él quería mucho. La destrozó en su cuerpo y después trató de ahorcarlo", dice.

"Sabíamos que íbamos a morir... Yo doy gracias a Dios todos los días de mi vida cuando rezo, de que Dios puso su mano y no fuimos nosotros", dice Silvia, quien sólo se explica por una intervención superior el que ella, con 1,50 de estatura y poco más de 40 kilos, haya podido enfrentarse a un hombre de 1 metro 82 y más de cien kilos.

Recuerda que "a mí ya me había golpeado, yo estaba en la sala de estar, desde donde se veía todo, y él trató de matar a mi hijo... No sé cómo me paré, estaba muy golpeada... Además, ya tenía secuelas por golpes anteriores. Estaba cansada", afirma.

Fue ahí que ella sacó...

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