Metropolización y crecimiento informal: dinámicas de movilidad residencial intrametropolitana en Bogotá y los municipios aledaños. - Vol. 49 Núm. 148, Septiembre 2023 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 945361436

Metropolización y crecimiento informal: dinámicas de movilidad residencial intrametropolitana en Bogotá y los municipios aledaños.

AutorCamargo, Angélica

Introducción

Las restricciones de acceso al suelo en las ciudades de América Latina y el Caribe, básicamente por su alto costo e insuficiencia de las políticas públicas en la materia, han obligado a un importante segmento de la población a acceder a la vivienda en condiciones inadecuadas en términos de localización, infraestructuras urbanas, habitabilidad y tenencia, entre otros aspectos. Como consecuencia, alrededor de 111 millones de personas habitan en condiciones de precariedad asociadas a procesos informales de acceso al suelo, informalidad que ha representado un componente muy importante del crecimiento de las ciudades latinoamericanas en el último siglo (López, 2014). Este fenómeno ha persistido por lo menos desde la segunda mitad del siglo XX, y ha acompañado todas las fases del crecimiento urbano de las grandes ciudades desde entonces.

En el caso de Bogotá, el periodo de mayor crecimiento informal se produjo entre 1960 y 1980, cuando los desarrollos de origen informal en la ciudad pasaron de menos de 500 a más de 5.100 hectáreas. Aunque el crecimiento informal comenzó a desacelerarse en las últimas dos décadas del siglo XX, el milenio terminó con más de 8.000 hectáreas ocupadas informalmente. Para este entonces, buena parte de los barrios ya se encontraban legalizados (1) y con dotación de infraestructuras de servicios. A partir del año 2000 se presenta una drástica reducción del crecimiento informal al interior de la ciudad--se ocuparon menos de 400 hectáreas en los últimos veinte años--, al tiempo que se producía una densificación acelerada de las periferias populares (Secretaría Distrital de Planeación [sdp], 2014).

En cuanto al proceso de metropolización en Bogotá, a partir de los años ochenta comienza una primera fase del crecimiento metropolitano hacia los municipios vecinos, como Soacha, al sur de la ciudad y que recibió principalmente población de bajos ingresos; y luego, como receptores de población de ingreso medio y alto, Chía al norte y, en menor medida, Madrid y Mosquera en la zona occidente (Figura 1) (Dureau, 2000). Entre 2005 y 2018, los municipios de la zona metropolitana aumentaron su población a una tasa de crecimiento promedio anual de 2,85, mientras Bogotá lo hizo a una tasa de 0,77 (sdp, 2021). El más claro y temprano efecto del crecimiento metropolitano en relación con la informalidad urbana se da en el municipio vecino de Soacha. De acuerdo con Dureau et al. (1994), el proceso demográfico de Soacha se ha comportado como si se tratara de un barrio o localidad de Bogotá. Desde los años ochenta, el poblamiento de Soacha se ha alimentado casi en la totalidad de bogotanos de estrato bajo, que encontraron en este municipio una alternativa de vivienda mediante la urbanización informal.

Si bien la relación entre informalidad y metropolización es clara en cuanto al caso de Soacha, se conoce menos sobre su impacto en otros municipios de la zona metropolitana. De hecho, no se encontraron datos específicos sobre la cantidad de suelo producido informalmente en la mayoría de estos municipios. En este orden de ideas, el objetivo del estudio se concretó en indagar sobre la relación entre el proceso de metropolización de Bogotá y la producción de informalidad urbana. Al respecto, se plantearon dos interrogantes: Primero: ¿De qué forma ha contribuido el proceso de metropolización al crecimiento informal en la zona metropolitana? Y, en segundo lugar: ¿Se relaciona la disminución de la ocupación de suelo informal al interior de Bogotá con el proceso de metropolización? En síntesis, la indagación se centraría en dos aspectos: la posibilidad de que se esté trasladando la informalidad urbana a los municipios; y, de ser así, cómo intervienen las dinámicas de movilidad residencial intrametropolitanas en la configuración de esta especie de metropolización de la informalidad urbana.

El primer paso para contestar estas preguntas fue una medición de la informalidad en el territorio metropolitano, dado que solo existía información sobre los municipios de mayor incidencia de ocupación informal, como Soacha y Facatativá. Esta medición permitió identificar la magnitud del suelo ocupado de manera informal en la región y su dinámica de crecimiento a partir del año 2005. Posteriormente, la relación del crecimiento con las dinámicas de movilidad residencial intrametropolitana fue examinada mediante un análisis georreferenciado, a nivel de manzana, de una de las preguntas del Censo Nacional de Población y Vivienda 2018: ¿Dónde vivía hace cinco años? Esta información posibilitó identificar los flujos de población que, a nivel metropolitano, alimentan la producción de la informalidad urbana.

En la primera parte del texto se presentan algunas reflexiones teóricas asociadas a la informalidad urbana en relación con el fenómeno metropolitano. Luego se explica en detalle el proceso de medición de la informalidad en la región y se presenta una descripción de los resultados. Posteriormente se analizan los procesos de movilidad residencial intrametropolitana y, con los resultados obtenidos, se estructuran las reflexiones finales.

La producción de la informalidad urbana en América Latina en el contexto del crecimiento metropolitano

La informalidad urbana puede ser caracterizada como un mecanismo particular de acceso al suelo y a la vivienda en las ciudades, al que generalmente recurre la población de más bajos ingresos. Mediante este mecanismo se ocupan (y producen) porciones del territorio urbano que no se atienen a las regulaciones propias de la producción de ciudad, como las normas urbanísticas y de uso del suelo. Suelen ocuparse así terrenos no aptos para la urbanización, como zonas periféricas por fuera de los perímetros de servicios públicos, y áreas de protección ambiental o con alto riesgo de desastres naturales (Di Virgilio, 2015).

En los procesos informales de ocupación del suelo y producción de la vivienda intervienen múltiples agentes, que participan en diferentes momentos de los mismos (Clichevsky, 2009). El procedimiento que adopta la participación de determinados agentes se asocia con la configuración de distintas tipologías de ocupación informal, de las cuales se identifican dos tipos: una primera, denominada normalmente como "invasión", en la cual un grupo de personas, de manera organizada o de forma espontánea, se toma un terreno que no es de su propiedad para construir allí su vivienda y habitar en ese territorio. La segunda, y más extendida en el caso de Bogotá, suele denominarse "loteamiento ilegal". En esta modalidad participa un agente (que podría ser o no el propietario de la tierra), quien subdivide un globo de terreno de manera ilegal (sin solicitar los permisos urbanísticos correspondientes a las municipalidades) y vende porciones de terreno sin ninguna dotación urbana, también de manera ilegal (dado que muchas veces el suelo no es de su propiedad), a los futuros habitantes del territorio. Este agente recibe cuantiosas ganancias por su negocio y es quien comete la mayor cantidad de prácticas ilegales (Azuela, 1993; Smolka, 2003). En los dos casos, los habitantes suelen construir su propia vivienda (sin solicitar permisos de construcción) de manera progresiva durante largos espacios de tiempo y gestionar, colectivamente y mediante procesos de organización, los servicios públicos y sociales ante las administraciones municipales (Camargo, 2017; Jaramillo, 2008).

Esta forma de producción urbana ha persistido en la mayoría de las ciudades del sur global por más de cincuenta años, pero también se ha complejizado en las últimas décadas, producto--entre otras causas--de las dinámicas económicas asociadas al capitalismo globalizado. Se han hiperdensificado y verticalizado las zonas informales existentes y antiguas. Se han deteriorado e "informalizado" zonas que surgieron de manera formal y edificaciones centrales. Se han incorporado nuevos agentes en la nueva producción de suelo ilegal (como grupos criminales organizados). Se han generado nuevas dinámicas de producción informal en contextos rurales y se han profundizado procesos metropolitanos de crecimiento de la informalidad (Clichevsky, 2009; Di Virgilio, 2015).

Por su parte, el fenómeno metropolitano es cada vez más importante para comprender las dinámicas territoriales urbanas en la actualidad y tiene enormes implicaciones en muchos ámbitos de la gestión de las ciudades, incluida la comprensión y gestión de la informalidad urbana.

La metropolización es un proceso de reconfiguración territorial contemporánea que se concreta en un conjunto de interrelaciones e interdependencias entre dos o más jurisdicciones, y que generalmente involucra una ciudad principal y algunas ciudades menores (Garzón, 2016; sdp, 2014). Suele entenderse también como una etapa en el proceso de urbanización de la población (Goueset, 2018; Sobrino, 2007). Generalmente se produce a partir de la dinámica de ocupación del territorio, de la forma que toma el crecimiento urbano y el poblamiento producto de las lógicas de localización de los agentes. El aumento de los precios del suelo en la ciudad núcleo presiona procesos migratorios hacia los municipios periféricos, pero se mantienen en el centro principal las actividades económicas y de servicios, lo que genera movimientos diarios de población desde los municipios periféricos a la ciudad principal por motivos laborales, de estudio y de acceso a servicios sociales (López et al., 2018). La dimensión dinámica de la metropolización está determinada por procesos de movilidad residencial intrametropolitana, mientras las interacciones que se producen se evidencian y refuerzan en la dirección que toman los trayectos de la movilidad cotidiana (Duhau, 2003).

El proceso de metropolización se asocia por lo general a fenómenos de suburbanización, desplegados básicamente de dos maneras: la ocupación dispersa y de baja densidad de territorios, proceso que responde fundamentalmente a la movilidad residencial desde el núcleo a los...

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