La mesa de Marguerite Yourcenar - 4 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 542203730

La mesa de Marguerite Yourcenar

(Carta de Marguerite Yourcenar a Jeanne Carayon, 1976)

Era 1987. La novelista Marguerite Yourcenar acababa de fallecer y la investigadora Michèle Sarde revisaba algunos de los archivos de la escritora en la biblioteca de la Universidad de Harvard: una mezcla de manuscritos, textos inéditos y documentos, "como si hubieran vaciado los cajones de un escritorio en cajas de mudanza". Hasta entonces, nadie había escrito sobre Yourcernar. Michèle Sarde sería luego su biógrafa más reconocida tras publicar "Marguerite Yourcenar: La pasión y sus máscaras".

-!Cuál sería mi sorpresa al descubrir sus recetas de cocina, escritas de su propia mano o recortadas cuidadosamente de las revistas¡ La gran Marguerite Yourcenar tenía mandíbulas, saliva !y un paladar¡ -cuenta-. Eran probablemente las recetas que preparaba para ella y sus amigos más cercanos. Este hallazgo me dejó estupefacta, pues no correspondía en absoluto a la imagen que yo tenía, y que todos sus lectores tenían, de Marguerite Yourcenar. Había entrado en un terreno muy privado, casi íntimo.

Así, Michèle Sarde descubrió el rostro desconocido de quien fuera la primera mujer en la Academia Francesa. Un conocimiento culinario que, piensa la investigadora, no puede relegarse al olvido.

La pequeña Marguerite

Bruselas, 1903. Nace Marguerite Yourcenar como hija del francés Michel de Crayencour y la belga Fernande de Cartier de Marchienne. La pequeña Marguerite no conoce la leche materna, pues su madre muere pocos días después de dar a luz debido a una fiebre puerperal. La niña es alimentada con leche de vaca, lo que haría nacer en ella un amor especial por los animales y una predilección por los productos lácteos.

"Me alimenté bien, pero de otro modo. A la edad de diez años aprendí a comer carne 'para ser como todos', pero seguí rechazando todo cadáver de animal salvaje y toda criatura alada. Luego, cansada de esta guerra, acepté la carne de ave y el pescado. Cuarenta años más tarde, indignada ante la matanza de animales, volví al camino que había seguido en la infancia", escribe en su libro póstumo "¿Qué? La Eternidad". La autora tiene una infancia rural y aristocrática en Flandes, con su abuela y su padre, pero ella prefiere la mesa de los criados, en la cocina del subterráneo, donde prueba las verduras y los guisos que se cocinan a fuego lento. Como jovencita, recorre con su padre el sur de Francia, Italia, España y Grecia, descubriendo así las ensaladas, el pescado y las verduras asadas: lo que hoy llamamos cocina mediterránea.

-Para ella, esta etapa de su vida y esa región del mundo quedarán asociadas con el tiempo de las pasiones -cuenta Michèle Sarde.

El recuerdo de esas comidas se reflejará en su labor literaria. En "Memorias de Adriano", su obra cumbre y un clásico de la literatura universal, un emperador romano del siglo II aconseja a su sobrino y sucesor: "Comer demasiado es un vicio romano, pero yo fui sobrio con voluptuosidad". En la meditación de Adriano sobre su propio pasado, apunta: "Grecia sabía...

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