Los meridianos de GREENWICH VILLAGE (y alrededores) - 7 de Febrero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 593147402

Los meridianos de GREENWICH VILLAGE (y alrededores)

"Yo me lancé de cabeza a ese mundo", recordaría Dylan en el siguiente milenio. Pero apenas meses después de su llegada ya sería un hito local, posando en Jones St. (una de las muchas cosas que distingue al barrio son sus calles con nombre y no con número) junto a su chica para la portada de su opus 2, The Freewheelin' Bob Dylan, donde ya soplaba una cancioncita llamada Blowin' in the Wind.

Y, sí, primeros años de la década del 60 y Greenwich Village era uno de los centros de una metrópoli central. Tierra prometida para todo joven promisorio (o no tanto: recordar aquel episodio de Mad Men donde un trajeado Don Draper se afloja la corbata para meterse entre las piernas de una artista del lugar con cierta propensión a arrojar televisores burgueses por la ventana y, temporadas después, ya divorciado y recasado, mudarse a uno de los edificios más elegantes de la calle Waverly Place; al Village llega también su ex Betty siempre en busca de no se sabe muy bien qué).

Y ese momento y ese clima cálido y gélido de sótanos y altillos se puede revisitar, como en una cápsula de tiempo, en filmes como Next Stop, Greenwich Village (1976) de Paul Mazursky (concentrándose en la escena más actoral/poética/vanguardista/beatnik/under de los años 50) y, más cerca, en Inside Llewyn Davis de los hermanos Coen (¿habrá alguien que filme mejor el frío que estos dos, como Dylan, nativos de la glacial Minnesota?), donde se pone imagen a la jungla folk a la que, en la última escena, llega ya saben quién.

Pero es un error considerar al Village exclusivamente como bastión del romanticismo de una generación dorada cuando "los tiempos estaban cambiando" y se martilleaban los escenarios del Off-Off Broadway (donde se curtieron jóvenes stand-up comedians como Woody Allen o se musicalizaron obras avant-garde con el ruido blanco de The Velvet Underground) por considerar al Off-Broadway demasiado conservador.

El Village es mucho más y tiene muchos más rostros.

La historia del lugar empieza tanto antes y sigue tanto tiempo después y aguanta tanto más que los más floridos y transgresores ideales de esos que portaba John Lennon, cuando caminaba por aquí y declaraba que: "Yo debí haber nacido en Nueva York, debí haber nacido en el Village, ahí es donde yo pertenezco" antes de -ten cuidado con lo que deseas porque los deseos suelen hacerse realidad del modo más siniestro y retorcido- morir asesinado en la misma ciudad, calle arriba.

De un tiempo a esta parte, siempre hago lo mismo. Llego a la ciudad del universo en la que no debí haber nacido, pero sí me siento más cómodo y relajado (contrario a lo que le sucede a muchos, N.Y. no me convierte en un ser frenético y ansioso ante su inconmensurable oferta, sino que casi en un monje zen que puede quedarse...

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