La memoria obstinada de un policía tras la línea de fuego
Nelson Jofré avanza por la pradera acompañado de dos perros. Viste un polar azul y pantalones café y lleva puestos los guantes que usa cuando manipula trozos de leña, como hacía hace un momento en que ayudaba a cargar un camión que vino a abastecerse a su casa.A simple vista parece un chilote más. Un hombre que vive del bosque de eucaliptus que plantó en su parcela, en las cercanías de Quemchi. De árboles y su manejo ha aprendido mucho en los diez años que lleva viviendo ahí junto a su señora, desde que se retiró de la Policía de Investigaciones. De hecho se jacta de ser el único del sector que vende leña seca, de árboles que taló un año antes y cuyos trozos se almacenan ordenados junto a su casa.-Aquí tengo otra vida -dice, sacudiéndose los pies antes de entrar a la casa.Pocos de los que lo conocen en la isla saben que antes Nelson Jofré fue policía de la Brigada de Homicidios e investigó algunos de los asesinatos más notorios ocurridos en dictadura: el del excanciller Orlando Letelier, de Carmelo Soria, de Eugenio Berríos; también el caso del expresidente Eduardo Frei. Que fue seguido por agentes de inteligencia, que recibió amenazas y que intentaron boicotear sus investigaciones, las que ayudaron a develar cómo había operado la Dina Exterior y la Brigada Mulchén. Y que como consecuencia de su dedicación y la de sus compañeros, numerosos exoficiales hoy cumplen condena en Punta Peuco.-Yo quería dejar estas historias atrás -dice, acomodándose en un sillón, mientras una gata se sienta en sus piernas.-Arrastraba esta mochila desde hace tiempo. Las vivencias que tuvimos los detectives, que no fueron fáciles. Fue muy complejo investigar esos casos en democracia. Nos desgastó mucho.Y agrega que en un momento se dio cuenta de que no lograba sacarse esas historias de encima. Y que para hacerlo, tenía que escribirlas.-Quería dar vuelta la página y entregarlo todo. Sabía que había información que no se conocía porque son cosas que no están en los procesos judiciales, que las tiene uno, el policía. Encontré que era relevante hacerlo en el caso de la muerte del expresidente Frei, pero también en el caso Berríos; no hay que olvidar que ese fue un homicidio que ocurrió en democracia por agentes de Estado e involucró a un país amigo, Uruguay. Fue muy desafiante.Cuenta que durante un año escribió de noche, después de su faena en el campo, como hacía en su época de detective en que se desvelaba estudiando carpetas. Y, luego, fue afinando el texto con el periodista Alberto Luengo, que lo ayudó a darle un desarrollo más literario porque, dice, "los policías están acostumbrados a escribir para los jueces y lo hacen de forma muy tosca".La implacable verdad judicial , el libro que Nelson Jofré acaba de publicar, es la historia intima de las investigaciones de los casos Letelier, Berríos, Soria, Frei y otros, cuatrocientas páginas que podrían leerse como una novela policial, con la salvedad de que lo que cuentan no es ficción.En 1991 Nelson Jofré fue designado junto a su compañero, Rafael Castillo, para trabajar con el ministro de la Corte Suprema Adolfo Bañados en la investigación del atentado de Orlando Letelier y su acompañante Ronni Moffitt, que murieron al estallar una bomba en su auto en Washington en 1976. El caso había sido decretado de lesa humanidad y por esa razón no estaba cubierto por la ley de Amnistía. Por esa investigación, resultó condenado Manuel Contreras, exjefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina) y el exbrigadier Pedro Espinoza, convirtiéndose en la primera condena dictada en democracia contra militares implicados en violaciones de derechos humanos.Jofré entonces era un policía de 31 años, que venía de Quilpué, por completo ajeno al poder y sin muchos contactos en Santiago...
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