EN MEDIO DE NINGUNA PARTE - 9 de Agosto de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 579886146

EN MEDIO DE NINGUNA PARTE

Tanto a él como a mí, cuando hemos necesitado partir de Luang Prabang se nos han hecho pesados los pies. Solo podré abandonarla haciendo un gran esfuerzo. Kluge se fue con dolor y tres horas después, en Vientián, la capital de Laos, la cabeza le daba vueltas. Luang Prabang le parecía "algo que sucedió hace mucho tiempo y en un lugar muy distante".

Es que esta ciudad de Laos se halla en medio de ninguna parte. No parece un reino de este mundo. Su gente vive sin prisas, lo que ya es raro en nuestro planeta apresurado. Se alimenta del budismo como los pulmones del aire. Una religión pacífica y amante de la meditación que sus vecinos practican intensamente, y sus casas se hallan rodeadas de templos, estupas, monasterios y monjes. Y tal vez por eso, en los mercados nadie intenta engañar a nadie, y si un vuelto queda olvidado, alguien saldrá trotando a ponerlo en manos de su dueño.

No es de este mundo. Un viajero ilustre, usando una expresión literaria, ha dicho que Luang Prabang es "el corazón de la levedad". Las casas del hombre no son más altas que las de sus dioses; el pasado colonial francés no ha sido demolido, sino que los edificios de arquitectura europea permanecen tan protegidos como los templos budistas. Y aunque los reyes se fueron (de un día para otro), su recuerdo luce intacto en el ex Palacio Real -hoy un pequeño gran museo-, protegido por el régimen socialista que gobierna la República Democrática Popular de Laos. Todo lo de ayer es parte de la riqueza cultural de hoy. La vida cotidiana de los habitantes "está marcada y es medida por el ciclo de la Luna"; también respetan los descensos y las crecidas del Mekong y sus afluentes; se rigen escrupulosamente por el ciclo de las estaciones y por quizá qué otras fuerzas difíciles de identificar.

La alegría y el llanto

Carmen Teira, una joven viajera y escritora de Cantabria, que ha caminado medio mundo, nos dice que cuando hace poco regresó a Luang Prabang, navegando por el Mekong, "y la vi aparecer desde el barco, con los tejados de sus casas y templos asomando entre los árboles a la luz de la próxima puesta de sol, rompí a llorar...".

Reaccionan con sorpresa muchos que aterrizan aquí pensando que en Laos pisarán una estación más del Sudeste Asiático. Saben que llegan al país que Estados Unidos convirtió en el más castigado de la historia humana, con dos millones de bombas lanzadas durante la Guerra de Vietnam. "El zumbido de un B-52 cada ocho minutos durante casi una década". Entonces, esperan encontrar ruinas humanas. Pero como Luang Prabang se halla en medio de ninguna parte, la encuentran intacta, convertida en una de las obras colectivas más delicadas hechas por el hombre. De ahí nacen estas palabras: "Parece la isla feliz de un cuento de hadas". Es lo que nos dice Joseph María Romero, incansable cronista de viajes con quien hemos coincidido en algunas esquinas del...

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