¿Quién mató a Hernán Allende?
Es una tarde fría en Nueva Imperial, Región de La Araucanía. Delia Flores está sentada en el living de la casa de su cuñada, Sandra Allende. Aquí vive desde los primeros días de noviembre del año pasado, luego de haber sido dada de alta después de quince días en coma, en Santiago, y otros quince de recuperación. Su rostro y su pelo lucen intactos. Sandra, sentada junto a ella, la mira y no se explica cómo. La noche en la que rescató al matrimonio, dice Sandra, la cara de Delia era una ampolla roja, inflamada, y sin cabello. Sus manos, en cambio, y parte de su cintura, mantienen las cicatrices de las quemaduras y de los injertos de piel que recibió en el Hospital Clínico de la Fuerza Aérea. Las otras marcas, dice Delia, son menos visibles: producto de las heridas ocasionadas por el fuego en sus vías respiratorias, y también por la intubación a la que fue sometida, su tono de voz cambió para siempre. También su estado de ánimo, que mantiene a flote gracias al acompañamiento de su familia y a la dosis diaria de un antidepresivo.Delia Flores (49) y su marido Hernán Allende (48) fueron víctimas de un ataque incendiario la noche del 19 de septiembre del año pasado, mientras dormían en su casa en la Villa Las Araucarias, en Carahue. Dos semanas después, en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Hernán Henríquez Aravena de Temuco, Hernán murió producto de las quemaduras que afectaron su cuerpo, convirtiéndose en la primera persona fallecida producto de un ataque de estas características desde el matrimonio Luchsinger-Mackay, el año 2013.Hernán Allende, cuenta Delia Flores, le tenía pavor al fuego. Un trauma, dice ella, que arrastraba desde los 21 años, cuando se roció accidentalmente con bencina. Delia recuerda ese día: fue un año antes de casarse, dice, cuando un grupo de amigos llegaron a la casa, mojados por la lluvia, y Hernán se ofreció para encender un brasero y así secar sus ropas. Para prenderlo, recuerda Delia, su marido mojó el carbón con bencina y luego acercó un fósforo. Minutos más tarde se acercó para comprobar el estado de las brasas, pero estas estaban apagadas. O eso pensó, antes de lanzar otro chorro de bencina que se encendió al contacto con el carbón. Asustado, Hernán levantó el bidón, rociando su cuerpo y sufriendo quemaduras en sus brazos, abdomen y manos.-Desde esa vez que él tenía un injerto en la mano derecha -cuenta Delia-. Eso le complicaba muchísimo la mano cuando partía leña. No podía hacer eso. La piel le dolía.Hernán y Delia se conocían desde pequeños. Delia creció en un sector conocido como Los Maquis, en la comuna de Tirúa, al sur de la Región del Biobío, que limita con la comuna de Carahue, en la Región de La Araucanía, donde creció Hernán. En Los Maquis, Delia vivía junto a sus padres y sus cinco hermanos, y desde niña, cuenta, se dedicó al trabajo en el campo y a las labores domésticas. Hernán, que había nacido en Curicó, pero se trasladó a los tres años a Carahue junto a su hermana Sandra y a la madre de ambos, vivía junto a sus abuelos maternos y familiares dedicados a la venta de madera y la producción de carbón. Cuando ambos tenían 12 años, cuenta Delia, coincidieron en un campeonato de fútbol y juegos chilenos.-Yo estaba jugando al luche y pasó Hernán y me pateó la piedrecita -cuenta Delia-. De primera no me llamó la atención. Era muy desordenado. Andaba saltando de un lado a otro, hacía maldades.A los doce años comenzaron a pololear y seis años más tarde se casaron. En 1996, recuerda Delia, nació el único hijo del matrimonio: Hernán Allende Flores, que hoy...
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