Entre mates, braceros y salones transitan las siluetas femeninas: Chile entre 1880 y 1950 *. - Núm. 2003, Septiembre 2003 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56593237

Entre mates, braceros y salones transitan las siluetas femeninas: Chile entre 1880 y 1950 *.

AutorLandaeta Sepúlveda, Romané
CargoTextos

El presente trabajo es un intento de releer el proceso de modernización en Chile entre 1880 y 1930 [1], desde otra perspectiva, tomando como categoría de análisis los estudios de Género. De ahí que la apuesta, cuyo título transformado en metáfora busca indagar en la sociedad chilena durante este proceso de transición, mediante tres elementos que confluyen como "decorativos" y que silenciosamente acompañan la multiplicidad de sujetas que convergen en las diversas capas de la sociedad.

El mate se traducirá en la bebida clásica, traída desde la conquista, que en Chile se transforma en ritual de reunión y característica del bajo pueblo. El salón será aquel espacio nuevo, que comenzará a inundar las grandes ciudades, proponiendo una imitación a los modelos existentes en Europa. Entre ambos encontramos al brasero, elemento que permanece, puesto que será el que seguirá convocando a ambos espectros en la búsqueda de elementos simples, como el calor, expresado en protección y compañía, donde sin notar si se trata de un conventillo, una cantina o un elegante salón, reunirá en el espacio inmediato a quienes confluyan en él.

Todos estos elementos se pueden evidenciar tanto a través de la lectura de novelas que aluden al período como de la prensa femenina, las formas en que este proceso de modernización, entendido como de "cambios y permanencias" afectan y son significados por mujeres jóvenes y viejas, de la ciudad y del campo.

El proceso de transición afectará a todas las capas de la sociedad chilena, provocando así un reacomodo social, los cuales se verán expresados con mayor énfasis en los nuevos sectores sociales, correspondientes a las capas medias. Se puede suponer que de esta manera los patrones de comportamiento social también se verán afectados. Esto nos invita al desafío de ilustrar en qué medida las mujeres experimentaron este cambio, y a preguntarnos por la existencia de modelos o moldes femeninos que las mujeres de la época debieron seguir.

ESPACIOS DE SOCIABILIDAD TRADICIONALES

Aquella idea de transición que está viviendo la sociedad chilena en el período en estudio, lleva a visualizar que también la ciudad variará, y unido a ello las formas y lugares de reunión, de paseos, ello porque responderá en forma inherente a las nuevas necesidades expresadas por sus habitantes. Así observaremos que Santiago hacia mediados del siglo XIX no variaba radicalmente de lo que había sido el período colonial, pero poco a poco se acentuarán pequeñas trasformaciones que generarán un cambio en la fisonomía, aunque sus construcciones de adobes, campanarios y palacios seguirán en boga aún entrado el siglo XX.

El arte del salón que venía del viejo continente desarrollado principalmente en la sociedad parisina, tendrá en Chile sus propias cultivadoras, varias damas abrirán sus salas para recibir lo más selecto del mundo intelectual. Así el concepto del lujo va adquiriendo relevancia social, ya que a través de éste se pretende recrear tanto los lugares de residencias como las vestimentas traídos de Europa. [2]

Las influencias extranjeras se podían observar en los nuevos elementos decorativos que se encontraban en el interior de las viviendas donde se fue incorporando el mobiliario de procedencia inglesa o francesa [3]. Así el interés por adoptar la última moda se manifiesta en la gran aceptación que tenían los vestidos europeos, los objetos de uso corriente, como utensilios para el té, los escritorios y costureros de manufactura británica.

Entre los lugares de encuentros de aquellas familias con mejor situación socioeconómica, el salón se presenta como aquél en que se producen bailes, galanteos y diálogos de toda índole tanto entre hombres como mujeres. Sitios que serán testigos fehacientes de las recientes tendencias en cuanto a la moda. [4]

Expresa aquellas "noticias " de última hora que son difundidas, transformándose en delicioso plato de conversación entre los asistentes. A ello ayudaba el que la prensa recogía todas las impresiones políticas, literarias y artísticas, comentándolas, produciéndose apasionantes debates que imprimían un singular brillo a los salones de la época. [5] Ejemplo de ello será el salón de doña Martina Barros centro literato por excelencia. Según ella "esas reuniones estimulaban al hombre para lucir sus facultades y a la mujer la inducían a instruirse de la cultura necesaria para no desmerecer en el concepto de sus tertulias y para mantener el interés en sus recepciones." [6]

Lo más característico de la vida social y familiar de la época eran las tertulias o reuniones en casa particulares, en que era habitual que la presidiera la señora de casa. "En el salón de doña Juana, (...)residían tres hermanas trigueñas que peinaban el cabello en dos grandes rollos sobre cada sien; lucían chales de crespón de china bordados y vestidos de muselina francesa, en el cabello rosas y claveles. Se servía el consabido mate y el té en bandeja y, más tarde, llegaban los licores y alfajores." [7]

Los excesos del lujo y los gastos que él trae consigo, debieron ser notorios, pues se publican artículos sobre este tema. "Duele confesarlo, escribía la destacada periodista Rosario Orrego en la Revista Valparaíso, pero ellas son la que por satisfacer su sed de lujo impelen a sus maridos y hacen comprender a sus novios la necesidad de ganar dinero. Si los hombres hacen las leyes, las mujeres las costumbres." [8]

Es también el salón reflejo de aquellos pequeños cambios producidos en la fisonomía de la ciudad. Comenzará entonces a desaparecer el estrado, y se colocarán largas filas de sillas frente a frente, que reemplazan a los cojines y taburetes. Seguirán siendo propios, el piso de ladrillo, las flores y el mate en la mesa. Será característico la quema de pastillas olorosas en el pebetero para perfumar el ambiente [9]. "El dormitorio de doña Mercedes Marín del solar era un ejemplo característico: la pequeña mesa donde se encontraban sus libros y útiles de costura; el gran brasero de plata; el majestuoso lecho francés; el piano abierto, la guitarra, el ostentoso reloj de bronce", [10], permiten visualizar los elementos que rodeaban a una mujer de sociedad.

Situación totalmente diferente era la de los sectores del llamado bajo pueblo [11], pero en general, tanto para los sectores altos como bajos, las velas de sebo serán el alumbrado común de la época y las estufas, un lujo excepcional. Pereira plantea una paradoja con respecto a la idea del lujo, ya que dice que a pesar de todas aquellas "copias" de los modelos europeos, el confort en nuestro país, era algo desconocido, e incluso las familias más ricas vivían modestamente en el interior de sus casas. [12] Así se puede inferir que la vida en la ciudad, transcurría de manera tranquila, entre comidas y largas siestas que interrumpían los días de trabajo, las visitas y las tertulias.

En tanto, el uso del mate seguía siendo general; casi siempre era de plata, incluso en las viviendas más modestas. Su preparación era todo un ceremonial: una de las jóvenes o señoras de la casa colocaba la yerba y el azúcar y le vertía el agua caliente, la que provenía de una tetera que se encontraba sobre un brasero encendido. Luego probaba la bebida y lo hacía circular entre todos los presentes con la misma bombilla [13].

Así la sociedad chilena, estaba dirigida por una oligarquía que concentraba en sus manos la mayor parte del poder y la riqueza, como también los signos de prestigio distinguiéndose notoriamente de aquella masa popular desposeída e ignorante, que resultaba ser mayoría. La más importante organización en la que se asentaban, existente aún en la segunda mitad del siglo XIX era la hacienda, caracterizando de este modo a la oligarquía en un grupo social ocioso, que se liberaba del trabajo, que monopolizaba el gasto, el refinamiento, las maneras exquisitas del consumo y todo aquello que le permitía el ser privilegiados. Se desarrolla aún más el sentido de la excelencia asociado al dinero y a sus posibilidades de vida mundana. "En cambio la masa popular estaba condenada al trabajo, a la miseria y a la ignorancia". [14]

Paradojalmente al igual que en el resto de la América Hispana, en Chile la Iglesia Católica planteaba como principal objetivo, resguardar el orden y la aceptación de sus valores y doctrinas, velando tanto por la aplicación del dogma como por la preservación del ordenamiento venido desde la península.. Esta tarea demandaba un arduo trabajo, transformándose en un agente socializador fundamental, mediante el cual intentará llevar sus credos todos los segmentos de la sociedad, tanto públicos como privados, no importando el nivel socioeconómico, como tampoco las diferencias de raza, edad, etnia, cultura y sexo.

Un ejemplo que aquellas campañas de difusión será la misa, que no sólo transmitía sus creencias sino que a través de los diversos ritos y relatos comunicaba una serie de costumbres a seguir, entre ellos los sacramentos, transformando su palabra en un deber cristiano y haciendo por ello que sus fieles cumplieran los requerimientos que ésta disponía para ellos.

Así el modelo de familia heterosexual católica tendrá una matriz común, la que abrazará un tipo ideal de sociedad, con roles designados tanto para hombres y mujeres. Como resultado de ello, necesariamente el núcleo familiar se transformará en una institución a través del vínculo del matrimonio católico. Este ordenamiento impuesto primero por la Iglesia y luego por el Estado, presentará una estructura en la que se dejarán ver distintos ideales sociales que serán transmitidos a través de generaciones y elementos comunicacionales, tales como la oralidad- a través del mito-; la tradición escrita,-a través de la Biblia, el ritual de la misa y leyes, entre otros. Bajo esta premisa se construirán un sinnúmero de identidades y...

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