Marcela San Pedro 'Bailar es una forma de ser, de vivir' - 15 de Octubre de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 818005301

Marcela San Pedro 'Bailar es una forma de ser, de vivir'

Es bailarina, coreógrafa y maestra: cumple la tríada de los grandes bailarines a los que admira. Lleva más de 30 años viviendo en Europa, hacia donde partió sin tener muchas razones, pero sí una profunda intuición: la danza era su destino. Marcela San Pedro no fue una bailarina tan temprana; partió a los 12 años, tomando clases en la Escuela Moderna de Música de Santiago con la profesora Elena Aránguiz y luego, a los 18, siguió con el maestro Fernando Beltramí. Y aunque estudió casi dos años Periodismo, la práctica de la danza -en paralelo- se fue haciendo un espacio cada vez mayor en su vida. Tomó clases en el Centro Espiral con Joan Turner y Patricio Bunster, bailó con Luis Eduardo Araneda, Nelson Avilés y otros coreógrafos contemporáneos chilenos, y pronto la opción de partir tuvo más fuerza que ninguna.Llegó a Europa a matricularse en la Folkwang Hocschule (donde fue maestra Pina Bausch) en Alemania, donde se diplomó después de cinco años de estudio intenso. Siguió su vida artística en Suiza, como bailarina y también como coreógrafa. En 1994 ganó el primer lugar en el Certamen Coreográfico de Madrid, junto a Mikel Aristegui. Su carrera entonces despega y realiza decenas de obras en Europa. El 99 funda su propia compañía, Le Ciel Productions, en que desarrolla sus propios proyectos y de otros artistas. Sus trabajos mezclan textos, danza, instalaciones, performance ... Le interesa justamente explorar los lazos entre distintos lenguajes teatrales. Como intérprete, participó especialmente en Vertical Danse, de la afamada maestra argentina Noemí Lapzeson, fallecida hace pocos años, y quien fue, a su vez, discípula de la norteamericana Martha Graham, la madre de la danza moderna. Vanguardista y original, Marcela San Pedro inunda con su danza lugares inesperados: una playa en Ginebra, por ejemplo, la ve aparecer vestida de novia en la mitad de un día cualquiera... Otras de sus obras se inspiran en Cortázar, o Nietszche, en reimaginar el amor en tiempos del sida, o pensar sobre la pareja de Frida Kahlo y Diego Rivera. Su danza no teme ser seria, reflexiva, compleja: quiere remover y sacar al espectador de la zona de confort.Una tarde de fin de verano europeo nos encontramos en L'Orangerie, un maravilloso invernadero convertido en teatro en un parque aún más hermoso de Ginebra. Es un escenario donde ella también ha mostrado sus obras. Hoy vive en Lausanne, muy cerca de aquí. Cae la tarde mientras ella recuerda su partida de Chile, que no define como una decisión en sí tan pensada. "Recuerdo que la sensación era más bien la de obedecer a un impulso fuerte, de sentir una certeza indiscutible. No hubo cálculo. No hubo pensamiento en el sentido de la racionalidad. Hubo un grito visceral y escondido al mismo tiempo", dice. "Quizás esa urgencia respondía a una necesidad de inventarme de manera autónoma, lejos de toda la predestinación inherente a mi contingencia: familia, educación, círculo social, etc. Una necesidad de alejarme de mi historia (que conocía apenas), disfrazada en tremendas ganas de bailar... Vivir con la eterna pregunta de qué habría pasado si me hubiese dedicado a la...

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