A manera de texto de introducción
Autor | Jorge Isaac Torres Manrique |
Páginas | 19-20 |
19
Prólogos y libros jurídicos.
Naturaleza, cómo escribirlos y le erlos
a Manera de TeXTo de InTroduccIón
La propuesta de la presente obra, contiene en stricitu sensu, nues-
tra manera de hacer o elaborar un prólogo, un libro y cómo leerlos y
entenderlos, exactamente de conformidad al título de la misma. Su
naturaleza es resultante de nuestro paciente análisis y experiencia en
la Academia, producto de la inquietud, cuestionamiento y el aspecto
proposicional.
En extremo alguno aspira a enarbolarse como la única, mejor, inal-
canzable e inmarcesible. Solo es el producto de nuestras reexiones,
puntos de vista, de aquello que a nuestro entender se debe tener por
tal. Ello, sin descuidar el elemento basilar y de rigor, cual es, la in-
vestigación, lo que aterriza de manera indubitable en la debida como
suciente fundamentación.
No obstante, amerita dejar constancia con suma modestia y honor
a la verdad, que es única en su especie en sede global, pues, no existe
obra alguna que lo aborde y desarrolle. Ello, en razón a que no se
limita ofrecer una recopilación práctica, de los diversos prólogos e in-
troducciones a no pocas obras jurídicas (en el presente caso de nuestra
autoría); sino, que el valor agregado y diferenciador de esta entrega,
radica, en el planteamiento y desarrollo de la teoría general que le es
es propia y especíca a las temáticas que dan nombre a la presente
obra.
En ese orden de inteligencia, al no existir referentes, resulta lógico
que la consulta y citación deviene en impracticable. Además, el proce-
so de creación, plasmación, construcción, desarrollo, argumentación
y demostración, proviene exclusivamente del autor. Por ello, el con-
tenido que deviene completamente de nuestra autoría, adquiere un
grado de dicultad superlativo, puesto, se carece el auxilio inicial de
las consabidas notas a pie.
Cabe adicionar que el leitmotiv de nuestro libro intitulado: “Prólogos
y libros jurídicos.
Naturaleza, cómo escribirlos y leerlos”, radica en haber podido evi-
denciar su cuasi total desconocimiento. Entonces, la informalidad y lo
erróneo se conguran en una suerte de constante, en un preocupante
lugar común, vulnerando de manera sistemática el carácter de tamiz
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