Mal educada - 30 de Agosto de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 526037714

Mal educada

Esos artículos recomiendan poner al alcance de los niños La isla del tesoro, de Stevenson; El libro de la selva, de Rudyard Kipling; adaptaciones de cuentos de Chejov; Alicia en el país de las maravillas. Aconsejan hacerles escuchar a Debussy, llevarlos a ver La flauta mágica y conciertos de grupos de música antigua. Me parece bien. Son cosas lindas, finas. Pero una lombriz oscura y mugrienta se retuerce dentro de mí y se pregunta si esas cosas no parecen pensadas para diseñar, antes que seres sensibles, seres capaces de sostener la clase de conversación que se escucha en un cóctel de embajada: "Qué notable la novela de Sándor Márai que acaba de publicarse". "Uhú. Notable".

Si acotamos la "sensibilidad" a la sensibilidad literaria, ¿nadie la desarrolló leyendo, como yo lo hice cuando era chica, no solo pero también todo aquello que suele llamarse "mala literatura": best sellers de Wilbur Smith (África febril y violenta), libros de Arthur Hailey: Aeropuerto, Hotel. La biblioteca de la casa de mis padres estaba repleta de libros así, que convivían con Pedro Páramo, de Juan Rulfo; El perseguidor, de Cortázar; la poesía de sor Juana y Quevedo y Lorca; la obra completa de Horacio Quiroga; los cuentos de Bradbury y de Poe. No había nada tan extremo como libros de Corín Tellado, hay que decirlo. Pero sí de Frederick Forsyth, de Morris West, de Mario Puzzo. Todo eso circulaba entremezclado con historietas de aventuras -D'Artagnan, El Tony, Fantasía, Asterix y Obelix, El Corto Maltés, El Eternauta, La pequeña Lulú-, Víctor Hugo y Gabriel García Márquez.

La primera vez que decidí escribir algo largo fue después de leer La noche de los tiempos, de René Barjavel, un mega best seller de la época que, en términos de estimulación, fue el equivalente a una sobredosis tóxica. Yo leía a Kipling, Mark Twain, Poe y Quiroga, pero, también, el Reader's Digest. Y lo hacía con la misma naturalidad con que escuchaba a Serrat, José Luis Perales, Abba, Wagner, Beethoven, María Elena Walsh y Les Luthiers, y con la que veía películas de vaqueros, de Orson Welles y de la Hammer. ¿Nadie más hacía eso? ¿Todo el mundo "desarrolló su sensibilidad" leyendo a Shakespeare para niños?

Cada vez que leo esos artículos que aconsejan iniciar a los infantes en la literatura con La historia interminable, de Michael Ende, o en el cine con la película -encantadora- El viaje de Chihiro, me recuerdo a mí misma en el cine aullando de placer con El hombre cobra, y sentada a la mesa de la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR