Luis Gnecco 'Asumo que soy un provocador'
-E stuvieron a punto de ponerme la mascarilla un día que estaba ventilando mal, dicen que es súper claustrofóbica, absolutamente sellada. Si te ponís una mascarilla así pa' bucear en el Caribe, !el descueve¡, pero en una cama de hospital lleno de cables lo único que podís hacer es desesperarte. Y voy a agradecer públicamente, voy a tocar madera, la saqué barata porque no tengo consecuencias. Pero mientras digo esto, pienso: ¿Y si aparecieran las consecuencias? El covid-19 parece que es así. Deja secuelas y uno no sabe.Al revés de la mayoría, Luis Gnecco llegó a hospitalizarse solo en marzo. Se sentía mal, pero sobre todo estaba aterrado de estar enfermo y solo en su departamento. Tenía fiebre, le dolía el cuerpo, y ya sabía de otros actores contagiados en la obra que ensayaban en un teatro de Providencia, entre ellos Tomás Vidiella, quien falleció. Con las semanas, se enteraría de la muerte del peluquero Patricio Araya, quien se encargaba de los peinados en esa obra. Al llegar a la Alemana, se relajó. "La cuarentena la pasé solo y estuve muy asustado. Le tengo terror a las agujas y pensé que me meterían sondas, pero si me pasaba algo como un paro cardíaco, !ya estaba acá¡ Honestamente, nunca pensé en la muerte. Si te pones a pensar en la muerte, !chao¡, te angustias, te llega. Es como pensar en que algo le puede pasar a uno de mis hijos: en dos minutos, estoy completamente angustiado, porque construyes tu angustia, tu fantasía".Ahora que su crisis de covid-19 pasó, Luis Gnecco, 58, separado, tres hijos de entre 5 y 23, artista fundamental de la escena chilena, actor cotizado por cineastas nacionales e internacionales, y un talento dúctil que ha recorrido en tres décadas desde sketchs de humor a roles dramáticos en películas ganadoras de un Oscar, respira con alivio. Pero recuerda que en la clínica le pasaron cosas. Cosas que no esperaba.-No tengo ningún pudor en decirlo: estuve muy conectado con la memoria de mis padres. No soy católico ni cristiano, me carga la religión católica, me cargan los curas, odio la Iglesia, la encuentro una institución venida a menos, pero me conmueve profundamente la gente que tiene fe. Y desconfío de los agnósticos, los encuentro de una aridez sin límites. (...) En este tipo de cosas medité. Sentí fuerte la presencia de mis padres, yo creo en la presencia de los antepasados, en las energías. Y siento que todos rezamos: a mi cabro chico, el Piero, le enseño que rezar no es repetir versos, sino un minuto de concentración, de estar contigo, de sentir. Practico meditación, intermitentemente, desde hace 15 años.Cuando estuvo más asustado, Gnecco, quien dice reconocerse en la reencarnación y el budismo, meditó. Entraban las enfermeras y él flotaba en un sueño consciente. Siempre ha recurrido a la meditación en sus momentos límite, como cada vez que su avión sufre turbulencias. "Si yo no meditara, no habría estado tan conectado conmigo, no les habría hecho caso a mis miedos, a mis campanas de alarma. Me habría hecho el leso, no me hubiera autointernado. La meditación, a largo plazo, ayuda a tomar buenas decisiones. (...) Tiene un efecto inmediato, pero no es como tomarse un Ravotril".-En sus momentos límite, sintió la energía de sus padres. ¿Cómo fue la relación con ellos?-Fui...
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