Luces y sombras de la Ovo donación - 2 de Julio de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 445917806

Luces y sombras de la Ovo donación

-Nunca me cuestioné ser madre, siempre tuve ese instinto y sabía que iba a llegar. Pero todo se dio tarde para mí. A los 37 de me casé y muy pronto, al mes, me embaracé. Estaba feliz. Pero antes de las doce semanas lo perdí- recuerda hoy, a los 42.

Tras ese primer embarazado fallido comenzó la etapa más dura de su vida. Vino una segunda ilusión y una nueva decepción antes del tercer mes de gestación. Tras una tercera pérdida, se decidió a buscar ayuda especializada en fertilidad. Junto a su marido se sometieron sucesivamente a inseminaciones artificiales y fecundaciones in vitro. Dos veces tuvieron éxito, dos veces también volvieron a llorar.

-La desesperanza se instaló. Estábamos agotados. Era algo que sobrellevábamos los dos porque a nuestros padres les dejamos de contar tras la segunda pérdida. ¿Para qué? Era sumar a nuestro dolor, el de ellos. No lograba pasar de las 12 semanas y cada embarazo era un constante estrés. Creo que por eso también no contamos nuestra última determinación -recuerda sobre el momento en que se decidió a recurrir a la ovodonación.

El embarazo logrado mediante óvulos de otra mujer es un proceso cuyo primer caso de nacimiento documentado en el mundo fue en 1984, en Australia. En Chile, los registros de la Socmer (Sociedad Chilena de Medicina Reproductiva) cuentan que en 1995 fueron 31 las mujeres que lograron ser madres mediante este tipo de fertilización. Hoy, cuando la edad promedio de la maternidad se ha desplazado más allá de los 30 años, los hijos nacidos anualmente mediante este método superan los 150.

Juan Enrique Schwarze, presidente de la Socmer, admite que la llamada ovodonación hoy se ha constituido en una de las tres alternativas que se les da a las mujeres sobre 40 años que llegan a centros especializados en fertilidad. Se trata de pacientes con mal pronóstico, con un 5% de posibilidad de lograr un embarazo natural y este -por la baja calidad de los óvulos a esa edad- tiene alto riesgo de terminar en pérdida o de desarrollar una enfermedad cromosómica.

-Lo que les decimos a esas pacientes es que a esa edad su reserva ovárica está muy disminuida. Y que tienen tres opciones: adoptar, probar fecundación asistida con sus propios óvulos o recurrir a la ovodonación -resume Schwarze-. En los tres caminos las podemos ayudar: si se deciden por la adopción, les puedo hacer un informe de infertilidad que les permitirá ganar puntaje en un proceso que es largo y estresante; si quieren probar con sus propios óvulos, tiene una tasa de embarazo de 10 por ciento por intento y cada ciclo sale aproximadamente tres millones y medio de pesos; la ovodonación cuesta cerca de 5 millones y tiene una tasa de embarazo de 60 por ciento.

Puesto así, en signos de peso y porcentaje, la ovodonación parece la mejor elección. Sin embargo, la experiencia demuestra que esta no es siempre la primera opción de una mujer con baja fertilidad, que son escasos los centros médicos que la practican en el país y que -según cuenta Schwarze- hay doctores que ni siquiera llegan a informar a sus pacientes de la existencia de esta posibilidad.

En un país donde aún hay posiciones enfrentadas sobre los métodos de anticoncepción de emergencia -como la píldora del día después-, la ovodonación surge como un nuevo -y aún más profundo- debate en torno a la fertilidad. El avance de la tecnología se contrapone con los valores culturales; pero así y todo la práctica del procedimiento crece a tasa del 30% anual, aunque sin marco legal. Los dilemas bioéticos y psicológicos subsisten incluso más allá del parto, acompañando a todos los involucrados -donante, receptora e hijo- en este creciente pero desregulado método de fecundación.

¿Quién será la madre de mi hijo? ¿Será la donante del óvulo o seré yo? ¿Lo sentiré mío si no lleva mis genes? ¿Se parecerá? ¿Tiene derecho a conocer su origen genético? Esas son las preguntas que más de una vez se hizo María Jesús.

¿DONAR O VENDER?

Un estudio cualitativo realizado por la Unidad de Medicina Reproductiva de la Clínica Monteblanco analizó el perfil de las mujeres que se deciden a donar óvulos. Tras una serie de entrevistas con el equipo psicológico del centro, concluyeron que se trataba de mujeres jóvenes -entre 19 y 29 años-, mayoritariamente estudiantes, que llegaban motivadas, en primer lugar, por la compensación económica que se suele ofrecer y, luego, por el deseo de ayudar a parejas con problemas de fertilidad. El muestreo también arrojó que la mayoría de las 18 encuestadas compararon su decisión con otro tipo de donaciones vitales, como la sangre o un órgano, y que el 90% declaró no sentir ningún vínculo con el niño resultante, pues para ellas sería un...

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