En el Loira en busca de luz - 19 de Julio de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 846549578

En el Loira en busca de luz

Estando Goethe ya con la porotera, que es cuando el cristiano empieza a aferrarse a las sábanas porque siente que se va sin remedio, pidió a su valet "!luz, más luz¡". Los admiradores se extasían frente a una agonía tan sublime. Pero la petite histoire nos revela que, por entonces, los alemanes llamaban "luz" a la leche con que cortaban su negro café. Y como para aliviarle el tránsito le habían acercado al portento un cafecito, lo que pedía el hombre era "!leche, más leche¡". Benhaiga.Sea ello como fuere, el caso es que, por espirituales que sean los cielos de París, siempre tenuemente nublados, pocas veces descaradamente azules, uno quiere sol, luz, más sol, !más luz¡ Sobre todo si uno, como era el caso nuestro en aquel viaje, viene bajando desde Inglaterra, envuelta en sus boreales nieblas -y preciosa, con nublado y todo-.Por eso nuestro arribo al valle del Loira fue como una iluminación. Quizá Usía se ha dado cuenta de que, al llegar desde el sur al río Teno un día de mañana, el paisaje empieza a abrirse, los cerros retroceden a derecha e izquierda, y el cielo se va abriendo e iluminando, ampliándose, inspirando y exhalando claridad como un magnífico aliento. Igualito que si fuera el Loira. Solo que las anchas tierras del Loira han absorbido humanidad desde hace ya incontables siglos, hasta el punto de que cada milímetro cuadrado de esos campos verdes y risueños ha sido pisado una y mil veces, y cada guijarro ha estado entre los dedos de algún trovador enamorado o, antes, de un siervo de la gleba o, antes, de un galo-romano o, antes, de un celta o, antes, de un cro-magnon destripaterrones, abuelo de todos ellos. En cambio, a orillas del Teno y, salvo el improbable caso de que algún picunche se haya extraviado por ahí, es más que seguro que uno puede pisar en muchos lugares tierra auténticamente virgen: qué cosa tan desilusionante porque, como sabían los antiguos y los modernos ignoran, para el hombre la belleza está en lo que se le parece. Por eso es que en Teno hay geografía, y en el Loira hay paisaje.La primera recalada, en un día algo lluvioso, fue Blois, ciudad dominada por el castillo donde sentó sus reales la refinada maldad florentina de la Catalina de Medicis, que murió envenenada en él, dicen, después de haberse mordido la lengua comiendo una inmensa bistecca alla fiorentina . Digno de verse el castillo, que hace de cabeza de serie de los châteaux de la Loire , a cuya inspección veníamos, así como a la cata de los vinos blancos de Vouvray, que habíamos conocido...

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