La locura mundial en Moscú - 1 de Julio de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 730313949

La locura mundial en Moscú

Fueron 37 países y más de 80 mil kilómetros. El ciclista argentino Matías Amaya tuvo que pasar aproximadamente cinco años pedaleando por el mundo para llegar hasta el lugar donde se encuentra justo ahora: el corazón de Moscú.

-Esta es la historia de mi vida. Llevo siguiendo a la 'albiceleste' todo este tiempo. No puedo creer que por fin llegué -dice con evidente alivio.

Son casi las tres de la tarde en la capital de Rusia. Hoy, Argentina perderá 3 a 0 contra Croacia, pero Amaya -nacido en San Juan- eso todavía no lo sabe, así que está expectante.

Instalado en la concurrida calle Nikolskaya, a pocos metros del Kremlin, el ciclista lleva puesto un jockey con la bandera de su país, una veintena de pulseras y collares, y unos shorts deportivos apretados. Junto a su bicicleta sostiene un cartel donde, en un porfiado inglés, cuenta algo de su historia. Ahí dice que primero anduvo un año y seis meses por Sudamérica hasta llegar a Brasil, donde se disputaba el Mundial en 2014; y dice que luego siguió pedaleando hasta Panamá, donde se tomó un avión hasta España, y que desde ese momento ya lleva dos años recorriendo Europa.

Los cientos de transeúntes que pasean por este sector se detienen para felicitarlo y aprovechan para tomarse fotos con él. El ambiente evidentemente es de fiesta. En medio de un perfecto día veraniego en Moscú, con 25 grados de temperatura, los miles de hinchas -que parecen millones- caminan contentos. Todos van sonriendo y saludando a quien sea que se les cruce en el camino y llame su atención. Porque, tal como Matías Amaya, en esta ciudad ahora mismo hay miles de personas que llevan años esperando el momento, un momento único en el que los fanáticos parecen tener un solo objetivo: alentar a su país.

"!Ole ole, ole ola, que mi Colombia va a ganar¡", se escucha a solo minutos a pie de la calle Nikolskaya, en la histórica Plaza Roja. El grupo de colombianos se hace notar. Además de llevar puesta la emblemática camiseta amarilla de su equipo, sostienen banderas, tocan trompetas y aplauden. "La gente está muy contenta, independiente del país que seas; todos somos hermanos y nos abrazamos", dice una de las colombianas en medio del canturreo de sus compatriotas.

Junto a ellos aparece un grupo de mexicanos, con sus camisetas verdes y, por supuesto, grandes y vistosos sombreros. Comienzan a cantar rancheras, y también tararean en conjunto el inconfundible: "Ay, ay, ay, ay... canta y no llores". Los hinchas de ambos países se encuentran...

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