Un loco suelto en Marsella - 29 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 546368806

Un loco suelto en Marsella

Atardece y el trayecto entre la estación y el Puerto Viejo (Vieux Port) -la zona más antigua de la ciudad que, además de poder recibir hasta 3.500 embarcaciones, está rodeada de restaurantes y bares-, es dominado por transeúntes que no hablan en francés y por conductores que rara vez respetan los pasos de cebra y, si es necesario, manejan por la vereda. Se escuchan bocinas y, desde los grupos reunidos en distintas calles, gritos, música y risas fuertes.

Marsella, la ciudad más antigua de Francia y la segunda en importancia de ese país, con unos 850 mil habitantes, es una urbe multicultural. De hecho, se ha definido como un "experimento" de convivencia entre religiones, ya que el 40 por ciento de la población es musulmana y es la tercera ciudad de Europa con mayor presencia de judíos, mientras la iglesia de Nuestra Señora de la Guardia, en el cerro más alto que mira al puerto, subraya que también persisten los cristianos.

Tan característico como esa catedral es su equipo de fútbol, el Olympique, que los hinchas siempre llaman "OM" y que por estos días, aun cuando no hay partido, logra adornar los bares y taxis con sus banderas y vestir a los fanáticos con sus colores, blanco y celeste, en buzos y camisetas.

Es algo que, según los propios fans, hasta el año pasado no se veía con frecuencia y que se explica por la llegada de Marcelo Bielsa.

Aunque todavía queda más de la mitad del campeonato por jugar, el director técnico argentino ha logrado mantener al equipo en el primer lugar y, explican, el mérito es suyo porque ni siquiera hubo nuevas contrataciones desde el torneo anterior, cuando el Olympique terminó en el sexto puesto.

Sin embargo, la locura por Bielsa se explica igualmente porque el estadio es el punto de convergencia de los marselleses y, tal vez, el único lugar donde interactúan distintos barrios, grupos raciales y etarios, por lo que cada triunfo del equipo opera como una catarsis en una ciudad que vive a punto de explotar.

Desde que llegó a Marsella, a comienzos de mayo de este año, Marcelo Bielsa ha estado instalado en un hotel en las afueras de la ciudad, cerca del centro de entrenamiento del equipo -el Robert-Louis-Dreyfus, de unas 40 hectáreas, que los locales conocen como La Commanderie-, y piensa seguir en ese lugar en vez de irse a una casa o un departamento, al igual que como lo hizo en los dos años que dirigió al Athletic de Bilbao, en España.

Cercanos al director rosarino cuentan que es un sistema que le acomoda, porque...

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