Ríos que lloran - 21 de Agosto de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 524893166

Ríos que lloran

La destrucción de Chile, la devastación de su patrimonio natural y urbano, que tantas veces hemos tenido que denunciar desde esta tribuna, no es una alucinación apocalíptica ni un delirio de puristas. Quienes tienen ojos para ver y no han cruzado la delgada línea que separa la conciencia ética de la anomia moral saben que el Chile que han amado desde su infancia (ese Chile que no se puede definir, sino solo cantar, como lo han hecho nuestros poetas desde Ercilla a Neruda y Mistral) está en peligro de muerte.

¿Puede acaso un país morir? Sí. Así como hay personas que se extravían de sí mismas, traicionando su ser más profundo, convirtiéndose en muertos en vida, así también hay países que pueden dejar de ser. Un país no es solo un conjunto de símbolos patrios ni un grito eufórico lanzado con la mano en el corazón en un mundial de fútbol. Chile es un poema, el más extenso de Sudamérica, escrito en el viento, cantado en los ríos, un poema que se pierde en los bosques del sur y cuyas huellas reaparecen en las arenas del desierto del norte, un poema que las nieves eternas fijan en su máxima altura, un poema que nos sabemos de memoria cuando cerramos los ojos y caminamos sobre el mar.

Cuando un solo verso falla, el poema entero se desploma. Cuando se tala un pedazo de bosque, cuando se destruye un cerro, cuando un río se seca, el poema entero llora. Y entonces Chile ya no es un poema, sino un lamento. Un lamento bíblico, un grito en el cielo. Un amigo que vive en la maravillosa zona de río Puelo me llama desesperado para contarme que el lago Tagua Tagua, el río Manso y el Puelo están llorando. Y con ellos están llorando también sus habitantes. ¿La causa? Un proyecto hidroeléctrico de los ávidos de siempre, que hará pasar sus tendidos eléctricos no por sus propiedades, por supuesto, sino por el patrimonio natural de todos. Ellos pecan de una desmesura sin límite: no les basta la riqueza inmensa que ya tienen, y por eso se están devorando Chile con sus paisajes y sus gentes.

¿De dónde les nace esta enfermiza avidez por comprarse hasta el aire que respiramos? Ellos no son empresarios: para mí la palabra emprender tiene una connotación positiva, la de "crear". Y ha habido en la historia de Chile...

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