LIMPIEZA - 9 de Febrero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 593234658

LIMPIEZA

Con optimismo cargo el lavarropas y vuelvo a la cocina. Abro el word y apago el agua hirviendo. La mirada se desplaza hacia la izquierda: qué es esto; todavía están los platos sucios de la cena. Nadie puede trabajar así. Abro la canilla, lavo, seco, guardo. Elijo un té negro y lleno una tetera. La apoyo sobre la mesa del comedor, a un lado de la computadora. La mesa es un desastre. Tiene folletos de comida a domicilio, la riñonera de salir en bicicleta y un repasador que debí haber puesto a lavar. Ordeno todo, pongo cera y paso un trapo. Es agradable el olor de la cera; hace creer que la casa está limpia.

Lástima por el piso: hay de todo ahí abajo. Pienso un comienzo para el texto que voy a escribir a la vez que busco la escoba, corro las sillas y barro. Dos minutos más y empiezo a trabajar. Saco la basura, limpio las piedritas sanitarias de la gata, miro de reojo la pileta de lona en el jardín. Hay demasiadas hojas flotando en el agua. Mejor vaciarla, limpiarla y llenarla otra vez. Ahí adentro está toda mi vacación del verano. Mi hijo viaja con su padre y yo, que debo quedarme a terminar un libro, tengo este cubículo como único umbral de esparcimiento. Para el próximo enero haré una pileta de material. Un andarivel de ancho, ocho metros de largo y una base de treinta centímetros para tirarse al sol. Calculo el costo y especulo con los beneficios de una inversión semejante. Si hago una pileta mi hijo siempre, aunque tenga esposa e hijos, querrá venir a casa los domingos.

Quito el tapón de la pileta y el agua corre hasta el drenaje haciendo un ulular de cascada. Cuando el tanque del vecino desborda se escucha el mismo sonido. Es el único ruido barrial que se ha vuelto tolerable. Los demás son una tortura. Con el paso de los años todos los sonidos se han transformado en ruidos molestos. Ayer subí a la medianera y les dije a los nuevos vecinos que por favor bajaran esa cumbia. Hace un año me peleé con el sacerdote de la cuadra porque hizo el Domingo de Ramos en la esquina de casa, y no adentro de su iglesia. Tendré una vejez difícil. Y cuando necesite ruido, ya será tarde. Todos caminamos en dirección al silencio. Pero mejor no pensar en eso; es un domingo de sol.

La computadora tiene poca batería, hay que buscar el cable y sentarse a trabajar. De camino paso por el baño de visitas y advierto que huele asqueroso. No es posible vivir así, ¿cuándo vuelve la mujer...

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