La libertad en todos los casos - 12 de Marzo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 624572778

La libertad en todos los casos

Nancy Reagan nunca discutía de política con extraños; el único tema serio que conversó conmigo fue el combate a las drogas. Ella habló con una emoción que aparentemente escondía algún doloroso secreto familiar. El Presidente Ronald Reagan, a quien le pregunté sobre la lucha contra las drogas, apoyaba la campaña de su señora con más devoción que convicción. Él se había impresionado con el argumento del economista Milton Friedman y de su propio secretario de Estado, George P. Shultz, quienes creían que la legalización de las drogas era la solución menos mala a la epidemia de la sobredosis. Consideré a Ronald Reagan como alguien que creía que es mejor dejar al mercado solucionar los problemas económicos y sociales, dejar que los individuos escojan su vida y su moral, y mantener el rol del Estado en un mínimo; un libertario, en la terminología política estadounidense.

Creyente en la libertad en todos los casos, entonces, el Presidente Reagan también era favorable a la migración. Pensaba que beneficiaba tanto a los inmigrantes como al país anfitrión. La izquierda atribuía esa postura a la cercana relación del Presidente con la comunidad de negocios de California. En cambio, para mí esa postura ante la inmigración era más bien una cuestión de principios, compartida con la mayoría de los pensadores libremercado. Pero Reagan era también un político astuto, que sabía cómo acomodar la realidad y negociar con sus enemigos.

En Europa, solía ser tomado por idiota, probablemente porque entendía todas las situaciones complejas en términos de unos pocos principios elementales: el capitalismo funciona, el socialismo no; cuando el Estado se mete en cosas que no son su problema, hace daño; la Unión Soviética es un Imperio del Mal y eventualmente caerá. Aún más, Reagan explicaba sus pensamientos con la ayuda de anécdotas folclóricas, algo que le encantaba al público estadounidense, pero que dejaba perplejos a los europeos.

Lo que me impactó durante mis conversaciones con los Reagan fue la autenticidad de sus convicciones. El Presidente se había convertido en un defensor del libre mercado mucho antes de su elección, gracias a su experiencia como gobernador de California y por su asidua lectura de las columnas de Friedman en Business Week. Friedman tenía una facilidad para llevar a una lectoría amplia las ideas de autores como Frédérica Bastiat o Jean-Baptiste Say (Friedman los consideraba como los fundadores franceses del pensamiento de libre mercado en el...

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