Leer o no leer, de eso se trata
Si Manguel tiene razón, entonces los chilenos estamos cerca de renunciar a la especie, vivimos en la incoherencia y el olvido y, por qué no, no sabemos lo que es el mundo. Eso, claro, si le damos crédito a un estudio -uno más- que le pone números a una queja común: no leemos nada, o muy poco. (Libros, habría que especificar, a eso apunta la queja.) El susodicho estudio es la "Encuesta latinoamericana de hábitos y prácticas culturales, 2013" de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura). En ella se afirma que, en un año, en Chile se leen 2,8 libros, lo que nos ubica en el penúltimo lugar, solo por sobre Costa Rica (2,7 libros), entre dieciséis países. El promedio latinoamericano es de 3,6 libros, y los países donde más se lee son: México (seis libros) y Uruguay (5,4 libros). Otra cifra que llama la atención es el alto porcentaje de chilenos que no lee nunca o casi nunca por cuestiones laborales o de formación: un 61% de los encuestados. Eso nos ubica en el primer lugar, junto a Paraguay; el promedio latinoamericano es de 45%.
Difícil de medir
Sin embargo, el mismo estudio menciona que el dato de libros leídos por año contrasta con dos estudios, uno de la Fundación la Fuente, de 2010 ("Chile y los libros"), que fija el número en 5,8, y otro del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), donde Chile no solo aparece con 5,4 libros por año, sino que, además, queda -con esa cifra- como el país que más lee en América Latina, por sobre Argentina (segundo, con 4,6 libros) y México (penúltimo con 2,9 libros).
Diferencias que se pueden explicar por razones de forma: metodologías, niveles de confianza, las fechas de levantamiento de datos. "Ojo con las encuestas", dice Bernardo Subercaseux, académico de la Universidad de Chile y consejero del Observatorio del Libro y la Lectura. "El ISBN, o los datos que entregan la Cámara del Libro, el Cerlalc, la Biblioteca Nacional u otros estudios son contradictorios. El INE no les da importancia y regularidad a las encuestas de lectura y de consumo cultural. En comparación a otros países estamos en este aspecto muy atrasados".
Y de fondo: "Los hábitos de lectura son más complejos de estudiar que todos los demás. La observación directa del comportamiento no revela más que la postura y no el acto de lectura, del que no es más que la apariencia, a menudo engañosa", escriben Ronald Barrer y Robert Escarpit en "El deseo de leer".
De todos modos, si uno recurre a distintos estudios, parece sugerirse una realidad. Por ejemplo, uno de la Fundación la Fuente, de 2013, realizado a estudiantes de tercero y cuarto básico en las bibliotecas escolares implementadas en 2011 y 2012, muestra que el gusto por la lectura disminuye cuando los niños crecen, o sea: en...
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