Lecciones de baile
-Mantén la pierna izquierda rígida, desliza la derecha hacia el lado muy despacio y tráela de vuelta lentamente. Marca con un zapateo y repite suave. Con naturalidad.
Repaso mentalmente y me preparo para hacer el movimiento.
La voz del instructor resuena fuerte, pero amigable, mientras desde unos parlantes se escucha una versión orquestada de una canción de Christina Aguilera.
-Uno, dos, tres.
Luego resuena un chasquido de dedos y sobreviene el silencio.
El resultado no es natural. No es gracioso. Tampoco es elegante. Es robótico, descoordinado y nervioso.
-Intentemos de nuevo... Un, dos, tres...
Son las diez la mañana. Estoy frente a un espejo que va de suelo a techo y que cruza una larga pared. Atrás se extiende una de las salas de ensayo de la academia de José Luis Tejo, quien fue jurado en un programa televisivo de celebridades que se tomaban la pista de baile y que ahora me enseña los pasos básicos del vals inglés: una variante del ritmo austríaco que, dicen, desarrolló el profesor de baile de la reina Victoria. El maestro de la reina lo adaptó en un movimiento más lento para adecuarlo a la motricidad de la soberana, la que estoy seguro debió haber sido superior a mi inexistente destreza como bailarín.
Hoy es mi clase de introducción a un curso de cuatro sesiones que durará un mes y que revisa lo básico de los bailes de salón o ballroom. Es una revisión exprés de bailes "sofisticados" como el foxtrot, el tango y el vals vienés, y otros latinos, pero tan enrevesados y exigentes como el chachachá, la samba o la rumba. Su conexión es que todos se mezclan en una suerte de baile espectáculo que tiene millones de seguidores en todo mundo, y que es la base de campeonatos -hay quienes lo califican dentro de la categoría de danza deportiva- en los que parejas con vestuario de espectáculo anacrónico hacen piruetas sobre pistas que brillan como espejos. Son bailes que aparecen en las comedias musicales y que yo -en un acto kamikaze- me decidí a probar. En realidad es un desafío que me propuse luego de ver el trailer de la película "La la land", y comentar irónicamente luego de ver a Ryan Gosling girar con Emma Stone en un vals: "Eso no puede ser tan difícil".
Ahora, la ironía me pasa la cuenta: es muy difícil.
En la academia la llaman la clase cero, pero en estos momentos -mientras ensayo un confuso movimiento de piernas al compás de Christina Aguilera- creo que estoy en un curso para avanzados. O que hay un problema entre lo que imagino hacen mis pies y lo que realmente logro. El espejo...
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